Inventario

La renuncia es común en otros asuntos. Como resolver problemas es complicado, vamos entreteniendo la solución con cuestiones preliminares. Censamos murciélagos, jóvenes emigrantes y hasta pobres. Conviene poner cifras a las tragedias. Lo malo es quedarse sólo en ellas, o entretenerse demasiado en las misiones cuantificadoras.

Una de las urgencias era eliminar la pobreza infantil en Cantabria. Hoy, año y medio después, los responsables socialistas todavía están calculando cuántos niños cántabros pasan necesidad. Se encargó un estudio que concluye que la tasa de pobreza infantil supera el 20%. Pero, al parecer, no sirve. El resultado ni les convence a ellos porque "es una muestra insuficiente" ni a nosotros. Porque cuestiona lo que no han hecho hasta ahora para desinflar esta vergüenza.

Nos dicen que el Plan de Emergencia Social "es el instrumento principal para combatir la pobreza infantil". Pero ya se activó hace tiempo y la necesidad permanece. Así lo reconocen el Banco de Alimentos, Cáritas, Unicef o la Cocina Económica. Quizá, por eso, nos dejan rescatar de la basura los desperdicios de los supermercados. Hasta que, en los contenedores o en la playa, nos encontramos algo de valor. Entonces, rápidamente, nos recuerdan que tenemos el deber de devolverlo.

Mientras censamos exiliados laborales y niños en riesgo de pobreza, el PP propone crear una tarjeta social para las personas en situación de vulnerabilidad. Otro paño caliente. Un carné de pobre. Les censan, les acreditan. Cada vez tardan más en darles el bocadillo. Alguien dijo que no se puede alimentar a los hambrientos con estadísticas.