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Abel Verano
Domingo, 26 de marzo 2017, 07:57
Los integrantes de la Asociación Cultural Pasión Viviente de Castro, impulsores de la representación de las últimas horas de Jesucristo (este año se celebra el 14 de abril), siempre han definido el colectivo como "una familia". Y, aunque pueda parecer algo figurado, nada más ... lejos de la realidad, porque lo cierto es que muchos de los componentes del colectivo tienen vínculos familiares. En las últimas ediciones de la representación se ha cumplido la máxima de que los papeles de Jesucristo y María los interpreten hijo y madre en la vida real. Y este año no va a ser una excepción. Pero esta edición tiene dos particularidades que la hacen todavía más especial, más humana. La primera es que Carlos Calvo, padre de Alejandro que este año representa a Jesucristo ya interpretó el papel protagonista de la representación en el año 1994, aunque en aquella ocasión su madre no fue quien encarnó a María. Por aquel entonces, Alejandro, que ahora tiene 22 años, no había nacido aún, aunque estaba a punto su madre estaba embarazada de ocho meses.
Carlos, que este año interpreta por cuarto año el papel de Poncio Pilato, todavía recuerda aquel momento. De hecho, guarda varias fotografías de aquella representación. Entre ellas, una que acompaña a este reportaje. "Ha llovido mucho desde aquello. La representación tuvo lugar el 1 de abril y Alejandro nació el 18 de mayo, pero tuvo que sentir todo aquello".
Carlos no se ha perdido ninguno de los ensayos de su hijo, al que ve "bastante bien» en el papel principal de la representación. El pasado domingo, durante la celebración del primer ensayo en la calle, en concreto en La Atalaya, no quitó ojo a su vástago. Ni a su mujer, Carmen Chagartegui (María). Y es que ambos fueron los protagonistas de dicho ensayo, que se centró en la crucifixión, muerte y resurrección de Jesús. Carlos también apareció en la escena en su papel de Poncio Pilato, pero, cuando su hijo y su mujer se convirtieron en el centro de la escenificación, aprovechó para inmortalizar el momento con su cámara de fotos. "Le he dado cuatro consejos. Sobre todo le he ayudado con las caídas. Es muy importante. Hay un técnica para caer y eso lo ha ensayado mucho, porque ha habido Cristos que se han roto una ceja. También le he aconsejado que en la escena de la Última Cena mueva las manos como si estuviera dirigiendo una orquesta".
"Sentimientos enfrentados"
Carlos no oculta su "sorpresa" porque está viendo a su hijo con "muchísima madurez". "Me he quedado asustado", dice. El pasado domingo, coincidiendo con la festividad de San José, Carlos reconoció tener "sentimientos enfrentados" puesto que su padre falleció hace un año, "y me hubiera gustado que viese a su nieto hacer de Jesucristo".
Pero frente a este sentimiento amargo, hay otro que enorgullece mucho a este castreño y que supone la segunda particularidad de la edición de este año. Y es que su hijo Alejandro es el primero en interpretar el papel de Cristo después de haber hecho de Niño Jesús en el Belén Viviente que organiza cada año la Asociación Pasión Viviente. "Si hay alguien que lo ha mamado desde pequeño ese es Alejandro".
Carlos también se muestra satisfecho por ver que su hijo está dando su toque personal al papel principal. Lo que le genera más dudas es cómo afrontará él de momento en el que mandará crucificar a su hijo. "Me tengo que poner cara a cara con él. Es un papelón. Me pasó con los dos sobrinos y tienes que coger aire para que te salgan las palabras. Que su padre en la vida real sea el que se lo va a cargar... Pero bueno, también es un orgullo el que se vea que hay gente en Castro que no somos actores profesionales y que lo hacemos bien, con un sentimiento especial".
Nerviosismo
La tranquilidad con la que hablaba Carlos contrastaba con los inevitables nervios que tenía su hijo Alejandro momentos antes de comenzar el ensayo. "Hasta ahora las pruebas han ido bastante bien desde el primer día. Hoy estoy más nervioso. Es algo nuevo, en lo que nunca me he visto. A ver cómo sale".
Este joven de 22 años, que trabaja en una tienda de electrónica de Castro, asegura que en los últimos meses ha tenido momentos de "bajón" y de "nervios" y otros de "subidón" en los que se ha visto bien en su papel. Atrás quedan las ediciones en las que hizo de gente del pueblo, de romano y de Juan. "Conozco la representación a la perfección. De toda la vida", dice.
Tras recordar que su padre y su primo Asier (el Cristo de 2016) han sido los que le han ayudado a ensayar las caídas, Alejandro señala que esa parte, junto con la de la cruz, son las situaciones que más respeto le dan. "También he tenido dificultades con las grabaciones, que son algo frías. Es muy difícil ambientarse en el día de la representación, en ese sufrimiento". Asimismo, el protagonista de la Pasión Viviente de este año afirma que el encuentro con María (su madre en la vida real) es uno de los momentos "más emotivos". También la escena con María Magdalena (su prima Bego) o con los leprosos, entre los que se encuentran todos sus amigos.
Sobre los latigazos que recibirá durante la escenificación, dice que "los llevo muy bien, te ayudan a meterte en el papel", y agradece que los dos flageladores estén encima de él. Pero si hay alguien que tiene sus sentimientos a flor de piel esa es la madre de Alejandro, Carmen Chagartegui, empleada de una conservera. A sus 46 años, lleva veinte participando en la representación. Esta castreña no puede evitar emocionarse incluso cuando se la pregunta sobre cómo está llevando su papel de María y cómo ve a su hijo en los ensayos. Y eso que ya tiene la experiencia de haber interpretado en anteriores ediciones el papel de Verónica en dos ocasiones, el de leprosa y el de gente del pueblo. "En todos los ensayos que estoy con mi hijo lloro. Me dicen que ya no me quedan lágrimas. Pero bueno, como él está tranquilo me ayuda a calmarme", afirma.
Carmen reconoce que el domingo lo pasó muy mal durante el primer ensayo en la calle por los nervios. "Cuando acabé, me dolía todo". Para ella, la escena de la crucifixión es uno de los momentos más emotivos de la representación. "La primera caída es muy dura también".
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