Resulta común cuando tomamos decisiones que éstas además de tener efectos sobre nuestro propio bienestar puedan afectar a los demás. Ello conduce a dilemas sociales donde han de tenerse en cuenta tanto los beneficios de dichas decisiones como los costes propios y ajenos que suponen.
Estos dilemas han sido empleados en psicología para mostrar cómo han de resolverse conflicto de intereses entre dos partes, mostrándose como los sujetos suelen empezar cooperando entre sí y, en la siguiente opción, harían lo mismo que ha hecho su compañero. Es decir, son fieles al refrán hoy por ti, mañana por mí especialmente cuando se conocen bien como sucede con el caso del aumento de la deuda autonómica y su posible quita por parte del Estado: es decir, que se les perdone parte de lo que se hayan endeudado.
Las Comunidades Autónomas cerraron 2016 con una cifra récord de deuda de 276.899 millones de euros (24,9% del PIB) que, prácticamente, se ha multiplicado por cuatro desde que comenzó la crisis. Por regiones, destacan especialmente por su alto nivel de endeudamiento la Comunidad Valenciana con 44.658 millones (42,5% del PIB); Castilla-La Mancha, 14.055 millones (37% del PIB); Cataluña, 75.098 millones (35,4% del PIB); Baleares, 8.573 millones (30,1% del PIB), Murcia, 8.305 millones (29,1% del PIB); Cantabria, 2.890 millones (23% del PIB) y Andalucía con 33.350 millones (22,5% del PIB).
Tradicionalmente, según la teoría de la Hacienda Pública, la equidad intergeneracional se basa en pagar «según uso». Eso supone que si hay que hacer un nuevo colegio para que vayan nuestros hijos, puede financiarse una parte con impuestos pero para la otra se recurrirá al crédito, para así también contribuyan los hijos de nuestros hijos pues son ellos quienes en el futuro usarán esa infraestructura. Esa es la regla de oro que recoge la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas (LOFCA) de 1980 e implica que endeudarse no es malo pero sí lo es cuando se hace sin control y de manera excesiva. Así, en términos técnicos, dicha regla de oro no prohibe el endeudamiento pero lo liga a objetivos, complementándolo con un límite global a la carga de la deuda que hace complicado acompasar el crecimiento de los gastos autonómicos a las directrices presupuestarias centrales.
Así, el recurso indefinido a la deuda como patata caliente se pasa de unos a otros, aunque ahora se introduce en el debate su posible condonación y algunos gobiernos autonómicos activan ya su particular contador a cero. ¿Supone eso dar la razón a las Comunidades en sus continuas reivindicaciones sobre su infrafinanciación en tres de los cuatro pilares del Estado de Bienestar (sanidad, educación y servicios sociales que representan un 80% del presupuesto)? o ¿se incluirán dichas quitas de deuda sólo a las comunidades que se acogieron al Fondo de Liquidez Autonómica? Son muchos los miles millones de euros los que están en juego.
Por ahora, todos esconden sus cartas por si acaso en esta puesta en escena hay que templar gaitas y Comunidades que parecían estar distanciadas pasan a apoyar esto de las quitas de deuda pues las paga el Estado.
Funciona así el escenario del hoy por ti, mañana por mí si además pensamos en qué regiones se beneficiarían de la quita. Mientras, a modo de parche, se repetirán las medidas que vienen aplicándose desde hace cinco años (rebaja de los tipos de interés, ampliación del plazo de devolución de los créditos, etc.) y que han ahorrado importantes desembolsos a las comunidades además de permitir al Estado supervisar en qué gastaban los dineros.
Todo esto de la quita de la deuda no ha de ser algo a pasar por alto pues de una u otra manera alguien lo va a pagar (¿si vuelve a asumir más deuda el Estado, cómo la devolverá?) y hay regiones especialmente interesadas en que este tipo de propuestas salgan adelante. Se precisa astucia y rigor dado que la dinámica creciente de los pasivos financieros no es algo nuevo. Pero, sólo se conseguirá controlar si se actúa con corresponsabilidad fiscal al gastar recursos públicos; en caso contrario déficit y deuda seguirán aumentando.
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