¿Quién falta al respeto al mund0 rural cántabro?
Resulta demasiada casualidad que en otras legislaturas, bajo un gobierno distinto, las movilizaciones del campo cántabro brillasen por su ausencia
Emilio Carrera
Domingo, 2 de abril 2017, 07:50
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Emilio Carrera
Domingo, 2 de abril 2017, 07:50
Las últimas movilizaciones en defensa del mundo rural de Cantabria reivindicando «una sanidad animal justa, un presupuesto digno y el pago a tiempo de las ... ayudas de la PAC (Política Agracia Común)» y convocada por diversas asociaciones del sector ha incluido, también en sus peticiones «aumentar la financiación para planes de mejora y nuevas incorporaciones, recuperar el plan de ayuda a la recría de novillas, el pago de las indemnizaciones por fauna salvaje y una solución al lobo, acotamientos al pastoreo por incendios, y un plan de promoción de leche de Cantabria». Objetivos con los que podría estarse más o menos de acuerdo siempre que viniesen acompañados de una mínima autocrítica por parte de unas organizaciones, algunas de dudosa trayectoria y filiación, cuyo oportunismo y orientación política devalúa un tanto el contenido de sus reivindicaciones.
Y es que resulta demasiada casualidad que en otras legislaturas bajo un gobierno distinto corresponsable como mínimo si no protagonista principal de la decadencia del mundo rural en las últimas décadas las movilizaciones del campo cántabro brillasen por su ausencia dentro de la sospechosa complicidad de unos municipios de orientación claramente conservadora donde la gestión de los recursos agroganaderos y forestales, la protección y revalorización del patrimonio Natural y Cultural como soporte, entre otras actividades, de sus atractivos turísticos y una economía más diversificada, la reclamación de las denominaciones de origen y la calidad de sus productos, los controles e inspecciones más estrictas de subvenciones a las explotaciones y sus supuestos titulares a jornada completa, o sus contradicciones con el tratamiento y las propuestas sobre los lobos, la caza o los incendios no han sido, precisamente, objeto de la colaboración y participación de los Ayuntamientos y Asociaciones interesadas, dentro de su resistencia o falta de compromiso decidido en la adopción de fórmulas de cooperativismo para abaratar costes en la compra de piensos, en asesoramientos y asistencias técnico-veterinarias, en la introducción de criterios ecológicos y sostenibles en los usos del suelo y en la diversificación de las actividades productivas, el desarrollo endógeno y su vinculación más estrecha con los mercados locales.
Unas limitaciones que, al margen de las competencias directas de la propia Consejería de Desarrollo Rural, del Ministerio de Agricultura o de la propia PAC de la UE en el saneamiento de los canales de intermediación y una intervención más decidida en los precios de la leche y la carne en favor de productores y consumidores y habría que preguntarse en los temas del vacío sanitario que hubiera hecho otro gobierno cántabro de orientación política distinta ante las leyes vigentes sobre el tema en las que su gobierno de la nación no ha tomado iniciativa alguna en el Parlamento europeo, se han reforzado con la nefasta ordenación del territorio, la invasión de mieses y vegas con urbanizaciones, instalaciones o infraestructuras que han ido reduciendo la productividad de los suelos, degradando el paisaje y el medio ambiente, y consintiendo la plantación masiva e indiscriminada de eucaliptos y pinos en los puertos bajos y altos con la disminución consiguiente de los pastizales para la ganadería extensiva y los contratos ruinosos de las entidades locales en sus terrenos comunales cuando no rodeados de prácticas clientelares diversas con las empresas madereras.
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