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José Carlos Rojo
Lunes, 10 de abril 2017, 07:19
A medida que se profundiza en el conocimiento del ADN, el manual de instrucciones que rige la biología del cuerpo humano, más grandes son las ... lagunas que aparecen. "Tenemos entre 20.000 y 25.000 genes y aún desconocemos la funcionalidad de muchos de ellos", aclara el catedrático e investigador de la Universidad de Cantabria Manuel González-Carreró, defensor de la divulgación científica como herramienta para alejar "el desconocimiento que conduce a las sociedades a creer en todo lo que ven en internet". Por eso dirige desde hace más de ocho años el ciclo Biotecnología para todo/s, y por eso, también, se sumó al programa como experto la pasada semana con la ponencia Epigenética: las múltiples partituras de la orquesta ¿Quién dirige?
Desde que se descifró el genoma humano en 2001, solo han crecido las dudas sobre su funcionamiento...
Sabemos qué es el genoma y conocemos para qué sirven algunas de sus partes;pero existen otras muchas para las que no tenemos explicación. Por poner solo un ejemplo, este código tiene algo más de 50.000 copias de virus. Son lo que parece la memoria genética de infecciones pasadas de nuestra especie.
¿Vivimos con más de 50.000 enfermedades?
En principio el propio código genético los tiene bien confinados. No pueden infectar como tal a ninguna célula, pero sí son lo suficientemente poderosos como para bloquear un gen o desregular la expresión de un gen.
Pero el conocimiento del ADN puede ayudar también a prevenir enfermedades...
La decodificación del genoma es cada vez más económica. Por 1.000 euros se puede realizar y sin duda en pocos años formará parte ineludible de la historia clínica de cada uno y podrá servir para prevenirnos ante ciertas predisposiciones a enfermar de ciertas cosas, claro.
¿Ahí es donde entra en juego la epigenética?
Para entendernos, digamos que la epigenética es la parte de la biología que estudia la forma y los mecanismos que modulan la expresión del genoma. Para entendernos, el entorno y la forma de vida condicionan muy mucho esa expresión genética. El genoma es una capa de información que funciona de generación en generación. Evoluciona de una forma mucho más lenta que la epigenética. Se entiende bien cuando se atiende a cómo dos hermanos gemelos, que por definición tienen el mismo genoma, pueden vivir en ambientes completamente diferentes.
O cuando una persona sin predisposición genética a un cáncer termina por padecerlo si su forma de vida lo precipita hacia ello...
Evidentemente eso sucede porque la genética no es determinante. Existen muy pocos cánceres que vengan marcados exclusivamente por el ADN.
Y sobre el envejecimiento... ¿Qué dice el ADN?
La persona más longeva que se conoce alcanzó los 120 años. Hoy en día escuchamos a expertos decir que vamos a vivir fácilmente 150 años, pero creo que todo eso debe matizarse. Parece que la manipulación genética puede hacernos inmortales pero hay otros factores que condicionan el envejecimiento, como por ejemplo, la oxidación.
¿Teóricamente estamos programados para morir?
Se empieza a saber que las células madre que se ocupan de regenerar los tejidos tienen un número de ciclos programados. A medida que se replican, van perdiendo parte de la información del genoma, como si fuera una cola larga que pierde segmentos. Hay partes que no importan, otras sí. Hay expertos que dicen que se podrían desarrollar medicamentos que alargaran esa cola para que fuera interminable y con ello poder alcanzar la inmortalidad.
¿Y usted qué dice?
Que es peligroso porque esa faceta de inmortalidad es la que caracteriza a las células cancerígenas.
O sea, que no sería buena solución...
Con la ciencia sucede como con otras muchas cosas que circulan sin fundamento por Internet, que un día resultan muy buenas y otro día muy malas. La desinformación es lo peor de este tiempo, y así surgen problemas como el Brexit o Donald Trump.
Usted siempre defiende el sentido común...
Es que hay que utilizarlo más. Hay que educar a la gente para ser crítica con este tipo de cosas porque si todo el mundo cree todo lo que aparece en Internet, mal vamos. Antes los púlpitos tenían ese poder y hoy día es la Red. Por eso soy tan partidario de que la universidad salga a la calle para que la gente tenga acceso a la verdad.
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