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Lola Gallardo
Sábado, 15 de abril 2017, 08:09
Ataúlfo Argenta murió en la cúspide de su carrera a la temprana edad de 44 años en un extraño suceso. La escritora Ana Arambarri saca a la luz en Música Interrumpida (Galaxia Gutemberg) el secreto mejor guardado de la muerte de uno de los ... directores de orquesta más importantes de la historia de la música universal. No estaba solo el día que murió.
Titular de la Orquesta Nacional, estaba a punto de firmar el contrato con la Orquesta Suisse Romande, lo que le habría convertido en el director mejor pagado del mundo. Apasionado e independiente, según Arambarri, que presenta su libro el próximo día 27 en el Ateneo de Santander (19.30 horas), el músico era admirado y respetado, pero también odiado por sus compañeros, entre ellos Francisco Sopeña y el maestro Joaquín Rodrigo.
Argenta, a quien comparan con Von Karajan o Bernstein, estaba casado con Juanita Pallarés y tenía cinco hijos. Arambarri ha entrevistado a sus amigos y enemigos y tuvo acceso a los archivos familiares y a la correspondencia de Argenta con su esposa donde descubrió la pasión que había en el matrimonio pese a que ella estaba al tanto de sus aventuras extramatrimoniales y él en alguna ocasión planteó la ruptura.
También se entrevistó con el único testigo de la tragedia, Sylvie Mercier. «Hablamos poco y solo fue para corroborar los hechos y que supiera que estaba escribiendo el libro». La escritora se declara encantada de haber terminado el libro: «Es como saldar una deuda porque la figura de Argenta se ha frivolizado. Es un ejemplo como hombre y como músico porque amó a la música y a su mujer, fue perseverante y concienzudo. Es un hombre con grandes valores y tenía que contarlo para que la gente sacara sus propias conclusiones. He saldo una deuda pendiente con Ataúlfo Argenta». La escritora comenzó con poco más de 25 años a escribir sobre Ataúlfo Argenta. «Ha sido una persona muy presente en mi vida», explica.
En julio de 1936, el director de orquesta se encontraba en Galicia, donde había ido para pasar el verano y tocar en un balneario. Cuando estalló la Guerra Civil hizo todo lo posible por regresar a Madrid. Pero España estaba dividida y tardó dos meses y medio en llegar a Segovia. Es lo más cerca que estuvo de Madrid. Allí, tenía contactos con los dueños de la emisora Radio Segovia, que era el hermano de Fernández Asiaín, un violinista con el que había estudiado en Madrid y al que conocía. «Llegó sin dinero ni recursos y algunas familias de Segovia le ayudaron», relata Arambarri que conoce la historia de buena tinta, porque una de esas familias que le ayudó fue la de su abuelo. «Él buscó un piano para seguir tocando y en casa de mi abuelo encontró uno. A cambio de tocar, daba clases mi madre», relata. Ese fue el primer contacto de su familia con el músico. Su novia entonces, que luego fue su mujer, logró salir de Madrid, con grandes dificultades. «Fue un viaje muy rocambolesco porque tuvo que salir de España y volver a entrar para llegar a Segovia. Y cuando llegó se hizo íntima amiga de mi madre. Tan íntima que cuando se murió, sus hijas le entregaron a mi madre los dos anillos de boda, el de Ataúlfo Argenta y el suyo. Y mi madre los llevó hasta su muerte. Yo he tenido presente a Ataúlfo toda mi vida», dice Arambarri.
La pregunta fluye sola y es por qué se ha tardado tanto tiempo en desvelar cómo murió el músico. Arambarri responde rápida: «Porque la única persona que ha escrito esta biografía he sido yo. Igual nadie lo investigó antes o quienes lo sabían no lo quisieron contar. Biografías de Ataúlfo no se han escrito tantas. La más completa es la tesis doctoral de Fernández Castelao que se basó en mi primer borrador, que escribí con algo más de veinte años», explica.
Y surgen más preguntas, ¿por qué tanto tiempo para escribir el libro? Su respuesta es precisa, escribir un libro requiere mucho trabajo de investigación y documentación y era un tiempo que entonces no tenía. Madre de tres hijos y mujer trabajadora sus jornadas laborales eran interminables. Sin embargo, al comenzar a escribir el libro tan joven tuvo la suerte de poder entrevistar a muchos protagonistas de la vida de Ataúlfo Argenta, que enriquecen el relato. Victoria de los Ángeles, Andrés Segovia, Federico Sopeña, Joaquín Rodrigo... Todos ellos ponen su voz en el libro.
«Escribí unas 200 páginas entonces, pero al libro le faltaba algo. Ese algo llegó cuando pude acceder a los archivos de la administración. Con los papeles en la mano, la correspondencia del músico con su mujer y las cartas de sus enemigos, se encerró durante un año y terminó el libro. La escritora reconoce que lo más impresionante de esta aventura ha sido acceder a su correspondencia personal. «Es un joya con gran riqueza». Investigar en los archivos le permitió tener constancia de hechos desconocidos por la mayoría. Por ejemplo, el juicio que le hicieron durante la Guerra Civil, acusado de espionaje. «Era una batallita que había escuchado, pero no tenía pruebas. Otro hallazgo es la correspondencia entre Federico Sopeña y el Maestro Rodrigo donde cuentan las maniobras que hicieron para quitarse a Argenta de en medio. También comprobé algo que sabía y es que al morir Ataúlfo Argenta, Juanita Pallarés se quedó viuda, con cinco hijos y sin recursos. Y tengo el documento que le deniega la pensión después de haber dirigido durante diez años la Orquesta Nacional. Tengo el papel en el que Juanita, trece años después de la muerte del músico, sigue reclamando la pensión de viudedad», relata. «Sus enemigos se encargaron de que Juanita cobrará menos que el último funcionario de la orquesta. Siempre faltaba un documento o una firma y así pasaron trece años de penurias. Pero no era la primera vez que se enfrentaba a una situación difícil», relata.
Ataúlfo y Juanita tenían una relación maravillosa. «Era la mujer más enamorada de su marido que he conocido. Era alucinante lo que ella sembró en sus hijos y en sus amigos. Todo lo que hablaba de su marido eran maravillas, porque debía ser un hombre excepcional. Tenía talento y el don de la simpatía. Era un hombre arrollador con grandes proyectos y unas iniciativas brutales. Ha sido un luchador nato, todo lo peleaba y lo sacaba adelante», insiste. Todo esto lo ha leído en la correspondencia entre Ataulfo y Juanita. Unas cartas escritas con una gran ternura. «La pasión y obsesión de Ataúlfo era la música, además de su mujer y sus hijos y luego Castro Urdiales», explica la autora. «Las cartas muestran una relación muy moderna, porque tenían mucha camaradería complicidad y de sus escritos se desprende que además de quererse son amigos», explica la escritora.
«Juanita fue vital en su vida. Él tenía el talento y el don de la música, pero sin ese pedazo mujer a su lado nada hubiera sido igual», reconoce Arambarri quien afirma que Juanita Pallarés sufrió lo que no está escrito. Sin dinero ni recursos, sacó adelante a cinco hijos. Porque ella estaba sola mientras él daba conciertos por Europa. «Fue una vida muy dura y ella le apoyó siempre. Incluso cuando él quiso dejarla, porque estaba desesperado. Fue vital en su vida y él, en las cartas, se lo agradece y le reconoce todo lo que ha hecho».
Su tercera gran pasión era Castro Urdiales y Cantabria. Tuviera lo que tuviera, la programación se interrumpía en verano para ir a Castro Urdiales. Allí organizaba conciertos con los pescadores, creó un coro y les llevó al Orfeón Donostiarra para que lo escucharan. «Lo que hizo por Castro Urdiales fue tremendo». El músico quería también a Santander y en el libro, Arambarri desvela una anécdota: consiguió traer a la Orquesta Suiza al Festival de Santander. «Les invitó a tocar en el Festival de Santander, que como todo el mundo sabe fue uno de los impulsores de este certamen. Iba a invitar a la Orquesta Suisse Romande para tocar en Santander, pero el director le dijo que no iba a España porque no quería pisar la tierra de Franco, porque era un dictador y Argenta le contestó: te equivocas, no vas a la tierra de Franco, vienes a mi tierra, que es Santander. Y vino y tocó en el Festival».
Fue su carácter lo que le castigó. «Era una sociedad muy hipócrita, que construyó una leyenda negra sobre esta familia. España no trata bien a los artistas y si eres una estrella como Ataúlfo Argenta, generas muchas envidias y recelos».
Arambarri ya está escribiendo un nuevo libro, porque lo que le gusta es escribir, documentarse y contar historias. Y en este caso, borrar la leyenda negra sobre Argenta.
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