Por ejemplo, el monumento al periodista José Estrañi en la Avenida de la Reina Victoria pide a gritos un busto, si no queremos caer en ... aquello que Benedetto Croce lamentaba de la historia de la pintura griega, que era una lista de nombres a los que no asociamos ninguna imagen, una crónica muerta. El único sentido de un nombre propio es la imagen que evoca.
Habría, además, que ir buscando sustitutos para los monumentos de posguerra erradicados. Se quitó a Franco ecuestre y metálico de la Plaza del Ayuntamiento, pero nunca se ha planteado tener allí una estatua monumental digna del sitio, ni se ha ofrecido a las palomas un aliviadero de sustitución. No es mal sitio para la efigie de Augusto que propuso el historiador González Echegaray. Esperemos que no se descubra que Octavio Augusto era fascista, aunque sin duda los lictores, policías locales de la antigua Roma, llevaban las fasces o haces de varas; puf, nos vamos a tener que ir a la prehistoria.
El hueco que en Reina Victoria deja la Brigada de Navarra merecería una escultura de la propia reina consorte, que señale la ruta hacia el Palacio de La Magdalena. En el cual echo en falta grupos escultóricos de cierto porte que nos recuerden figuras destacadas de la primera universidad de verano: el ministro Fernando de los Ríos, los poetas Pedro Salinas y Federico García Lorca, el filósofo José Ortega y Gasset. Espacio hay de sobra (y equipamiento escultórico inicial, también) para irlo enriqueciendo con referencias históricas y culturales, estas u otras.
En la Plaza de Italia también podría ir Augusto si no estamos a gusto (con la otra opción). No faltarán aquí ideas que vinculen lo italiano con Santander: Guillermo Marconi, el Nobel inventor de la telegrafía inalámbrica y promotor de la radio, visitó la ciudad en 1928. Pero no se me emocionen aún: Marconi se hizo fascista y llegó a participar en el Gran Consejo; no hubiera sido un buen aspirante al Nobel de la Paz, y dudo que haya político que se atreva a encargar una efigie de este ilustre cofundador de la Sociedad de la Información. ¿Qué tendría el fascismo para atontar a tanta eminencia? Era como el burundanga de la política. Quizá una estatua dedicada al cine italiano, o a la moda ¿eh?
Y en Piquío se necesita algo a tono con el emplazamiento: un conjunto de figuras que den sensación de enigma, exotismo o misterio. Hoy es un jardín sin romanticismo: lo más interesante en él es cuando no lo estás mirando. Algo se le ocurrirá a la persona que reciba la encomienda. No habría por qué realizar todo el programa rápidamente. Bastaría con tenerlo planificado y ser constantes en la aplicación anual, buscando también patrocinios.
Las Llamas podría reservarse para nuestros deportistas olímpicos más destacados. Lo piden la proximidad del Palacio de los Deportes y su museo. En Bratislava, danubiana capital de Eslovaquia, han desarrollado un ingenioso programa de esculturas de calle que, verdaderamente, es uno de los atractivos del centro histórico. Igual empezamos por Estrañi, que es más sencillo.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.