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Laks constató que los prisioneros se dejaban llevar contra su voluntad por los sones de la música.
Música odiosa
La vida de los otros (14) Simon Laks

Música odiosa

Simon Laks tocó el violín en cautiverio, también fue copista de partituras, y llegó a ser el director de la orquesta que tocaba cada día y cada noche en Birkenau

ana de la robla

Lunes, 24 de abril 2017, 08:23

Es incuestionable la seducción que sobre el ser humano ejerce la música en sus múltiples manifestaciones, desde la más refinada a la más básica. Incluso sus parientes menos ortodoxos, por exceso el ruido y por defecto el silencio, pueden adquirir un alcance no desdeñable. Esa ... seducción, seguramente, deriva de su carácter inevitable: contra otras artes podemos luchar, tenemos capacidad natural de oposición; contra la música no. Podemos negarnos a leer un libro con no abrirlo, podemos negarnos a ver un cuadro o una película con solo cerrar los ojos, podemos negarnos a hablar; pero no podemos negarnos a escuchar, no podemos escapar de los sonidos, menos aún si estos tienen una apariencia melódica, estudiada, cuidada, emotiva, hermosa, incluso astuta. Seguramente nos viene a la memoria de forma inmediata la figura de Ulises amarrado voluntariamente al mástil de su nave para eludir el canto letal de las Sirenas: el héroe homérico sorteó con ligaduras la muerte segura que le aguardaba, pero no pudo ni quiso dejar de oír las voces hechiceras, su señuelo.

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