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JOSÉ MARÍA GUTIÉRREZ
Miércoles, 26 de abril 2017, 08:39
Hace apenas un mes recibió el Premio Nacional de Fotoperiodismo 2016 por una imagen en la que un voluntario sujeta en alto a un bebé recién rescatado de un bote cargado de migrantes y refugiados procedente de Turquía que se quedó parado a una milla ... de la costa de la isla griega de Lesbos y que permaneció varias horas en el mar a la deriva. Una pequeña muestra de los cinco años de trayectoria profesional que el fotógrafo 'freelance' Santi Palacios (Madrid, 1985) ha dedicado a las migraciones en todo el arco sur del Mediterráneo, siendo testigo directo del drama de los refugiados, no sólo en las costas griegas, sino también en su posterior devenir por Europa.
con directores de medios regionales
Tras la intervención el martes de Santi Palacios, que además de compartir su experiencia intervino en una mesa redonda junto al fotoperiodista de El Diario Montañés Javier Cotera, las III Jornadas de la Comunicación del centro universitario Cesine continúan este miércoles con un debate sobre La situación periodística y su futuro. Tomarán parte en el mismo directores de medios de comunicación regionales como Íñigo Noriega (El Diario Montañés), Juan Carlos de la Fuente (Centro Territorial de RTVE), Concha Pita (Onda Cero) y Laro García (Eldiario.es), que analizarán los nuevos formatos y cómo se amolda el periodismo a las necesidades actuales del público. Cerrará las jornadas, este jueves, el director de Los Desayunos de TVE, Sergio Martín.
Sus imágenes, duras, terribles, profundizan en el periplo de los solicitantes de asilo a quienes la miseria, la guerra y el horror empujan a abandonar sus hogares. Unas imágenes que han sido portada de muchos medios de comunicación internacionales y que ayer compartió en Santander en las III Jornadas de la Comunicación del centro universitario Cesine, donde, ante los jóvenes que se preparan para ser periodistas, explicó las razones para embarcarse en coberturas de este tipo.
¿Por qué?
Por vocación, son coberturas que ya pocos medios financian y que tienes que hacer porque te apasionen. Soy 'freelance' y espero seguir siéndolo. La tragedia humanitaria que está sucediendo en la frontera sur de Europa es brutal: muere gente todos los días y por mucho que lo contemos no deja de ocurrir. Y siento que mi obligación es contarlo.
¿Cuánto no cuentan los medios?
Se cuenta mucho, creo que es la crisis de refugiados más mediática de la historia, pero no sé si la contamos bien, porque si fuera así habríamos conseguido que una parte más importante de la sociedad civil europea empatizase con lo que está sucediendo. Tal vez nos repetimos mucho, entre ellos yo mismo, en transmitir imágenes de inmigrantes llegando a Europa desde Libia, Marruecos, Turquía, pero no tenemos tan bien contados los orígenes del problema. Esto acaba derivando en situaciones como que hoy en día sí hay una aceptación mucho mayor de los refugiados sirios e incluso a nivel legal hay protocolos de prioridad absoluta para ellos, porque después de seis años de guerra todo el mundo ha entendido ya que Siria es un infierno, pero sin embargo todavía la gente no comprende que el mismo infierno se vive en el noreste de Nigeria, en Mali, en Somalia o en Irak. Dicho esto, si lo contamos menos no es porque nos guste menos, sino porque tampoco los medios nos apoyan mucho para hacerlo.
¿Qué le parece la postura de Europa en esta crisis humanitaria?
Que es imposible hacerlo peor. Por un lado les pilló por sorpresa el volumen de llegada de inmigrantes de 2015, lo cual no tiene mucho sentido porque se veía venir, y luego la gestión que se ha realizado no cumple ni siquiera la ley: cada decisión que se toma en Bruselas contradice los propios tratados de respeto a los derechos humanos que tiene firmados la UE. Las autoridades están pasando de no hacer nada a cuándo hacen algo proponer una única solución, que es el cierre de fronteras, que ni respeta los derechos humanos ni soluciona el problema.
La sociedad civil, mayoritariamente, también mira para otro lado.
Echo de menos más reacción de la sociedad civil. Hay una parte de la sociedad que rechaza la llegada de refugiados a sus países y lo hacen saber, pero hay una gran mayoría silenciosa que sí empatiza con el problema pero que es completamente pasiva, que no traducen esa postura en acción, en presión a las autoridades, en manifestaciones de relevancia... Y luego hay minorías activas que sí están haciendo algo.
De todo lo que ha vivido en su trabajo en las fronteras, las imágenes que ha visto en el mar Egeo en los últimos años, ¿son las que más le han impactado?
No sé, porque cada día me encuentro con imágenes durísimas y en sitios muy distintos. Lo que sí puedo decir es que una de las cosas que más me han impactado es el nivel de violencia policial contra las personas migrantes que vi en la frontera de Melilla -la imagen 'La valla', donde se ve a un grupo de inmigrantes subsaharianos que piden amparo encaramados en la alambrada fronteriza, le valió hace dos años su primer Premio Nacional de Fotoperiodismo-.
¿Afecta personalmente estar tan cerca de estos dramas?
Si tienes en cuenta que hay una carga emocional que tienes que saber gestionar, no hay ningún problema, no es tan duro como parece a veces desde fuera. Hay que entender que es un trabajo y que tienes una función que cumplir, cuando estás en el terreno la cámara te ayuda porque sabes que estás ahí por un motivo.
¿Los premios reconfortan todos los esfuerzos, personales y económicos, a los que le obliga su trabajo?
Me gustaría que no los hubiera, pero lamentablemente vivimos en un profesión tan absurda que te dicen que no hay presupuesto para realizar una cobertura periodística y en cambio sí que hay dinero para llevar a medio gremio a una ciudad concreta a recoger un premio pagando hoteles y aviones. Preferiría que fuera al revés. No voy a decir que los premios me importan sólo por el dinero, que sería un motivo muy coherente, porque sí hay una razón más, que es que se han convertido en una pata de la industria con la que, por muy vocacional que sea nuestro trabajo, tenemos que lidiar. La industria crea cribas y una de ellas son los premios que, aunque no nos gusten, los acabamos necesitando, porque sabes que conseguirlos termina derivando en lograr más encargos, más contactos, más reconocimiento o que te inviten a dar charlas como ésta.
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