El populismo
Es sencillo prometer lo que no se puede cumplir. Y eso suena bien en una época plagada de necesidades y de carencias en lo que años atrás se conocía como dar moral al pueblo
Claudio Acebo
Jueves, 27 de abril 2017, 11:40
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Claudio Acebo
Jueves, 27 de abril 2017, 11:40
La política que algunos irresponsables han querido abrazar es el populismo o lo que es lo mismo: engatusar a los ciudadanos con una política demagógica ... hipotecando el futuro a cambio de una escasa rentabilidad en el presente, cargando sus discursos con soluciones mágicas a corto plazo, disparando así la popularidad de sus dirigentes. El caso más reciente es el de Marine Le Pen en Francia, que disputará la presidencia francesa dentro de unos días al joven Macron. Pero tenemos más casos y ejemplos, como el triunfo del Brexit y, sobre todo, la victoria de Donald Trump. Y también es populismo cuando no te enteras de nada de lo que pase en tu Comunidad. El yo no lo sabía, nadie me dijo nada", es otra prueba de la falta de responsabilidad de algunos dirigentes. Conocida es la frase ya vendrá alguien que lo pague". Y así pasan los años con una deuda asfixiante merced a esas políticas realizadas a muy corto plazo elevando la estima de quienes las proponen.
¿Recuerdan cuando el comunismo era el enemigo en las democracias liberales? Aquello pasó a mejor vida cuando desapareció la URSS. Unos nostálgicos residuales son los que abrazan esa manera de ser y entender la vida. Los cuatro países que conocemos, entre ellos Corea del Norte, son el claro ejemplo de que esas políticas no son el mejor modelo para abandonar la pobreza de sus gentes. En cambio, el populismo se implanta en todo tipo de países y comunidades.
Como les decía, es sencillo: prometer lo que no se puede cumplir. Y eso suena bien en una época plagada de necesidades y de carencias en lo que años atrás se conocía como dar moral al pueblo. "Todos estos discursos encuentran más adeptos de los esperados con el planteamiento más demagogo: Recuperaremos nuestra libertad; todo pasa por echar a los refugiados", sacando así el lado más despreciable y xenófobo creciente en nuestros días.
Pero es que el populismo también se tiñe de mercantilismo bajo la feroz puesta en escena de la corrupción creando alianzas con todo el que se preste, estableciendo compañeros de viaje sumisos al poder siempre y cuando haya comisiones generosas o millonarias, como los últimos casos conocidos en nuestro país. Los políticos corruptos siempre se defienden con las frases lapidarias, en las que detrás de estas actuaciones siempre hay un funcionario apesebrado, cargando así toda la responsabilidad en aquel administrador público que rubricaba los acuerdos tomados. Basura, en definitiva. Pero, ¿qué hacer? ¿Existe alguna vacuna contra esta forma de actuar en medio mundo? Imagino que el paso del tiempo y, sobre todo, la resistencia de los ciudadanos a tanta oferta y regalo efímero, puede ser una solución. Promesas a cuatro perras son imposibles de cumplir. Señores, el estado de bienestar no puede existir si no hay ingresos. Si no hay empleo no hay consumo y si no hay consumo, apaga y vámonos.
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