Un autobús lleno de afectados por las sentencias de derribo salió este martes desde un pequeño pueblo de Cantabria, Argoños, a las 5.45 de la mañana para desplazase hasta Madrid, al Senado. Otros irán en coches o en tren desde Andalucía, Galicia Todas nuestras ... asociaciones (AMA, AUAN, Agade, CALU, SOHA, FAUN y la Coordinadora Nacional CAJU) trabajan desde hace muchos años para que se haga justicia en el ámbito del urbanismo, para que miles de familias puedan vivir en sus viviendas compradas honradamente, se les repare el grave daño causado y para que en nuestro país adquirir una vivienda no sea una actividad peligrosa para los ciudadanos.
Este viaje nos trae al recuerdo otros anteriores de estas familias, como el realizado a Bruselas, con cerca de 3.000 kilómetros de recorrido, en 2009 para enseñar nuestras heridas a la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo. Allí su presidente, asombrado por lo que escuchaba, nos dijo: "las Administraciones están para solucionar problemas, no para amargarles o destrozarles la vida como ha sido en su caso". O los viajes que se realizaron también a Madrid para pedir modificaciones legislativas para proteger al tercero de buena fe. En algunos casos han pasado más de 25 años esperando una solución. Se ha envejecido con el problema y el daño ocasionado ha sido tan duro que ha dejado huellas, en muchos casos, irreversibles como los numerosos amigos que nos han dejado, que se han bajado durante este tiempo del tren de la vida. A pesar de todo los que quedamos seguimos trabajando y luchando para que se haga justicia.
Vamos a entregar un premio al Senado, y alguien puede pensar que con la que está cayendo nos falta un hervor. Es cierto que no son buenos tiempos para la lírica de nuestros representantes, que la corrupción ha inundado la vida pública y que el descrédito ha crecido de tal forma que reconocer cualquier mérito a los mismos se ha vuelto incluso sospechoso y políticamente incorrecto. Hay que ser valientes y osados para trabajar y entregar un premio encima al Senado. Es más sencillo disparar a todo lo que se mueve dialécticamente usando la sal gorda y la descalificación global (aunque hay que reconocer que en muchos casos se han hecho méritos más que suficientes para sufrir estas descalificaciones), que destacar, entre tanta podredumbre que nos inunda todos los días en las noticias, cuando hay algo positivo.
Ya lo dice la canción La vida te da sorpresas, cuando nos acercamos a esta institución nuestro pensamiento era el de la mayoría, y nuestras reticencias todas. Cuando menos esperanzas se tenía, encontramos personas que nos escucharon, que les parecía increíble el desamparo que los ciudadanos terceros de buena fe tenemos en nuestro país. Encontramos más entendimiento y sensibilidad que incluso en los que estaban más próximos al problema. Seguro que el Senado necesita reformas, que puede que sea un cementerio de elefantes pero negar que hay personas válidas sería mentir, al menos esa es nuestra experiencia.
Éramos miles de familias de cristal, invisibles, olvidadas y maltratadas durante décadas, en medio de un mar de incomprensiones y de falta de soluciones. En ese desierto en medio de la desolación el Senado, a través de dos modificaciones legales, el 319.3 del Código Penal y el 108.3 de la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa, nos proporcionó esas gotas de agua que han hecho renacer la esperanza.
La condena la sufren María, Lola y José que habían trabajado toda una vida para tener una vivienda y que ahora sienten el miedo en el cuerpo, el temor a que les puedan derribar aquello por lo que han trabajado más de media vida. Ellos nunca incumplieron una ley, ni dejaron tan siquiera de pagar un impuesto. ¿Se puede ser más ruin que condenar a la víctima y premiar al delincuente? Eso es lo que se estaba haciendo en nuestro país antes de que estas dos normas entraran en vigor, y aún es mucho el camino legislativo que nos queda por recorrer para tener un protección adecuada al tercero de buena fe en el ámbito de urbanismo, pero sin duda el Senado ha dado unos pasos decisivos hacia la solución.
Por ello, reivindicamos estas leyes con todas nuestra fuerzas, pedimos a la justicia, a los más altos tribunales y a todas las Administraciones que no las limiten, que no las desnaturalicen, que son totalmente necesarias para salvar la gran laguna que tenía nuestra legislación en esta materia. Vamos al Senado con la cabeza alta y el con el dolor de muchos años para dar un premio a quienes nos han dado comprensión. Es cierto que es su obligación, y su deber, que para eso están allí. Queremos seguir caminando haciendo un país más justo con normas que hagan que las familias se sientan seguras cuando adquieran su vivienda, que no tengan que pasar miedo por la actuación de otros y menos de los poderes públicos. Que el delincuente, el estafador, el que destruye el medioambiente, el que roba a los ciudadanos vaya donde le corresponde y las víctimas sean reparadas por el daño que les han causado. Solamente en Andalucía la propia Junta calcula que pueden existir irregularidades en más 300.000 construcciones. Todo ello habla de un serio problema urbanístico y social en esta materia, que no se puede esconder y que necesita una legislación adecuada. Es mucho el camino que nos queda por recorrer, pero con este acto en el Senado, con este premio Justicia en el Urbanismo queremos destacar la labor del legislador, su importancia, y la necesidad de proteger a los ciudadanos con normas justas.
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