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Mada Martínez
Miércoles, 10 de mayo 2017, 07:34
Para acercarse a la naturaleza de una biblioteca personal se podría empezar por la segunda acepción que recoge el DRAE: «Un lugar donde se tiene considerable número de libros ordenados para la lectura». Un lugar en una casa, una habitación, como establecieron las clases burguesas ... a partir, sobre todo, del siglo XVII, una habitación para leer con privacidad, un espacio (o varios) revestido de librerías, mesas y muebles bajos donde alojar los libros, ordenados cronológicamente, por autores, géneros, o simplemente por el orden de llegada a su nuevo hogar. Pero reducir la biblioteca a un mero contenedor de títulos, a una sala o a una serie de muebles es condenarla a ser un fósil, y eso es negarle la vida.
El periodista y escritor Jesús Marchamalo ha comprobado empíricamente que una biblioteca es un ser vivo y vivido, cuya disposición en el espacio, selección de títulos, lagunas o intenciones expansivas revelan casi todo de quien la construye. Marchamalo publicó en 2016 Los reinos de papel (Siruela), compuesto por veinte textos que retratan las bibliotecas de otros tantos escritores. Marchamalo recorrió cada uno de estos "lugares con libros ordenados para la lectura" acompañado de sus dueños, y en todos encontró indicios de su naturaleza orgánica, halló vida más allá del papel ingres, las cubiertas de cuero y las baldas de madera maciza o aglomerado de Ikea. «Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído», sentenció Borges, bibliófilo reconocido. Marchamalo, tomando este aforismo como referencia (máxima que recoge en otro de sus títulos, Tocar los libros), ha trazado el mapa de un territorio de papel con fronteras indefinidas, un mapa de memoria, anécdotas, afectos, también de ausencias literarias, porque aquí planea la idea de que las bibliotecas no solo son sus libros en presente, sino también los que están por llegar.
Marchamalo conversó sobre Los reinos de papel en la Librería Gil (Santander) a principios de abril. Lo hizo con motivo de la exposición fotográfica Bibliotecas de escritores, instalada hasta el 30 de mayo en el local de la Plaza Pombo (un montaje de The Great Tupolev, Juan González Riancho, Siboney). Las fotos que cuelgan de las paredes muestran a cada escritor entrevistado en su reino de papel: a Bernardo Atxaga en la hermosa buhardilla de su caserón; a Elvira Lindo entre una sucesión de librerías blancas en batería; a Marta Sanz entre libros y postales de actrices de Hollywood, también la extraordinaria pulcritud de la biblioteca de Miguel Delibes. El libro también revela alguna anécdota: Antonio Colinas logró que Ezra Pound firmara uno de sus libros tras esperarle largo rato a las puertas de su casa en Venecia. Pound se mostró bastante arisco, firmó y, a pesar de los requerimientos de Colinas, pasó de escribir la fecha junto a la rúbrica. Ese episodio motivó el poema de Colinas Encuentro con Ezra Pound, cuyos versos iniciales son: "Debes ir una tarde de domingo,/ cuando Venecia muere un poco menos./ A pesar de los niños solitarios,/ del rosado enfermizo de los muros/ de los jardines ácidos de sombras,/debes ir a buscarle aunque no te hable".
En Los reinos de papel, Marchamalo describe el espacio la luz, los muebles-, señala qué tipo de orden se sigue en la biblioteca, si las baldas de los libros se entremezclan con recuerdos y detalles varios. De hecho, el periodista y escritor divide el reino entre quienes lo hacen y quienes mantienen las baldas a raya. La exposición incluye fotos que muestran estos extras: figurillas de barro y hojalata, bustos, firmas y notas al margen de los libros, fotografías, postales.
A pesar de las diferencias entre bibliotecas, entre la que ha construido, por ejemplo, Luis Goytisolo y la armada por Davis Trueba, hay un hilo que las conecta, como si fueran salas de una institución superior, unidas por pasillos invisibles y acristalados. Explica Marchamalo en el capítulo introductorio: "Es curioso cómo estas bibliotecas, a pesar de su disparidad, parecen tener una continuidad, encajan misteriosamente unas en otras y construyen entre todas una más amplia, extensa y colorista, inmensa, de títulos y autores".
La biblioteca, la sucesión de libros alojados en una o varias habitaciones de las casas de los escritores vocea sus intimidades y pensamientos, son biografía y futuro y actitud. Calvino dejó escrito en Si una noche de invierno un viajero lo siguiente: "Tu casa, al ser el lugar donde lees, puede decirnos cuál es el lugar que los libros tienen en tu vida, si son una defensa que tú interpones para mantener alejado al mundo de fuera, un sueño en el que te hundes como en una droga, o bien si son puentes que lanzas hacia el exterior, hacia el mundo que te interesa tanto que quieres multiplicar y dilatar sus dimensiones".
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