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Lola Gallardo
Miércoles, 10 de mayo 2017, 07:35
Eduardo Vasco (Madrid, 1968) dirige Ricardo III, un texto histórico de William Shakespeare sobre un personaje pérfido "como cualquiera de los que tenemos a nuestro lado, que te sonríe y por detrás te está minando". El viernes llega al Palacio de Festivales de la mano ... de Noviembre Teatro es la quinta obra del dramaturgo inglés que ponen en escena para mostrar a un personaje "que te puede recordar a quienes ascienden de manera fulgurante como Trump o cualquier dictador". Para Vasco, "todas las personas con ansia de poder es porque les falta algo".
la ficha
La obra
. Noviembre Teatro presenta Ricardo III, una obra de Shakespeare, versionada por Yolanda Pallín y dirigida por Eduardo Vasco.
Elenco
. Arturo Querejeta, Charo Amador, Fernando Sendino, Isabel Rodes, Rafael Ortiz, Cristina Adúa, Antonio de Cos, José Luis Massó, José Vicente Ramos, Jorge Bedoya y Guillermo Serrano.
Dónde
. Palacio de Festivales.
Cuándo
. Viernes, 20.30 horas.
Entradas
.
Aquí
Todo un reto dirigir Ricardo III.
Es una de esas obras que uno siempre quiere hincar el diente cuando llega a la profesión. La verdad es que siempre es un privilegio el poder trabajar una obra tan significada. Es nuestro quinto Shakespeare, después de Hamlet, Noche de Reyes, Otelo y El mercader de Venecia. Estamos muy contentos.
¿Por qué Shakespeare? ¿Qué le atrae tanto de este autor?
Casi que te daría la misma respuesta con todos los autores clásicos. El mensaje es universal, la forma es universal y la belleza es universal. Siempre encuentras algo nuevo. De hecho, llevamos cinco Shakespaeres y parece que es la primera vez que lo hacemos. Siempre parece que abordas a Shakespeare por primera vez porque siempre parece un autor distinto.
¿Con qué otros autores clásicos le gusta trabajar?
Hemos trabajado textos de Calderón, Lope de Vega o Moliere. Aunque la compañía tiene dos líneas de trabajo muy diferenciadas. Una es más contemporánea y tenemos ahora en cartel una obra de Azorín, La ruta del Quijote y luego la clásica, con Ricardo III. Y estamos preparando El caballero de Olmedo, de Lope de Vega.
¿Qué verá el público de Santander? ¿Qué les decimos para que acuda al teatro?
No hay tantas oportunidades de ver un Shakespeare histórico. Tenemos un elenco acostumbrado a trabajar este tipo de obras, que ha pasado por numerosos festivales de España y ha funcionado muy bien. Un personaje como Ricardo III te puede recordar a cualquiera de los que ascienden de manera fulgurante, como Trump o un dictador; te invita a tener una reflexión además de disfrutar de esta tragedia que a veces parece más una comedia porque el protagonista es tan malvado que provoca la risa. Llegas a una especie de humor negro muy interesante. Yo creo que es una muy buena ocasión para disfrutarlo.
¿Cómo definiría usted a Ricardo III? ¿Y ya que ha mencionado a Trump, con qué personaje actual le compara?
(Ríe) Partimos de que Ricardo III sembró de cadáveres su entorno, por lo que tendríamos que hacer una comparación metafórica. Todo el que que tiene ansia de poder es porque le falta algo. Todos tenemos a nuestros alrededor gente que quiere ascender rápidamente en la empresa, en la política o en los medios. Son personajes que tienen mucha prisa por llegar y su caída también suele ser rápida. En Ricardo III además, se da la circunstancia de que es un hombre deforme, diferente, de una familia en la que todos gobernaron menos él y por eso tiene más ansia de poder. Todos tenemos cerca a ese personaje tipo pérfido, que pensamos que no existe pero está y te sonríe, domina la comunicación y te apoya mientras, por detrás, te está minando.
¿Cuándo comenzó en el mundo del teatro?
Hice teatro en el colegio y me picó el gusanillo, me inyectó su veneno. He tenido mucha suerte. He trabajado en escenarios importantes y la verdad es que me fue muy bien.
¿Qué te ha enseñado el teatro?, ¿qué aportó a su vida?
El teatro es una caja en la que tienes muchas ventajas y desventajas. Pero sobre todo te enseña a contar historias a la gente con gente. Estás rodeado de gente muy creativa, con mucho empuje y muy comprometidos con lo que hacen. Eso te enriquece muchísimo. Y luego trabajas con las grandes obras de la literatura universal. Le dedicas seis meses de tu vida a Shakespeare y otro tiempo a otro autor. El teatro te enriquece y te ofrece una experiencia vital e intelectual que siempre reconforta.
¿Qué obra le gustaría dirigir o cuál recuerda con especial cariño?
-Muchas. Hay un repertorio amplísimo que me gustaría hacer. Yo lo que no sé es si están los tiempos para hacer determinadas cosas. Si puedo elegir, me encantan los clásicos españoles del Renacimiento. Normalmente, me decanto por proyectos extraños.
¿Qué proyectos tiene en marcha?
Acabo de estrenar una ópera en Valladolid, La voz humana de Jean Cocteau. Y ahora estamos preparando El caballero de Olmedo, de Lope de Vega, para noviembre.
Toda una proeza estrenar una ópera en los tiempos que corren.
Bueno, es una ópera de cámara. No lancemos campanas al vuelo (ríe).
¿Cómo ve el panorama teatral en estos momentos?
El teatro no es un oficio que esté permanentemente en crisis, sino que está saliendo permanentemente de la crisis. Nosotros hemos hecho un gran esfuerzo para luchar contra el iva infame y la crisis. Y esto ha enriquecido mucho el panorama y ha motivado que mucha gente se active de otra manera, aunque a otros muchos los ha apartado del oficio. Ahora estamos en un periodo de recuperación.
¿Usted cree que los jóvenes de ahora lo tienen más fácil, más difícil o igual que antes?
Yo creo que es más o menos lo mismo. Lo que ocurre ahora es que las plataformas de expresión hoy son infinitas con internet. Pero el teatro sigue donde estuvo siempre, no le pasa como al cine que las salas ya no tienen tanto peso como antes.
¿Hay una buena cantera de actores y directores jóvenes?
Yo creo que si. Hay gente joven estupenda. Hay movimiento.
Terminemos con las necesidades de la cultura hoy en día.
La clave está en la educación. Hay que enseñar al ciudadano a degustar la cultura para que la demanda del ciudadano no sea siempre Sálvame y cosas horrendas de este tipo. Hay que insistir en los primeros años en hacer que los jóvenes disfruten de la música, la pintura, el teatro y las artes, que son el refugio del espíritu. No de una manera académica, sino como una experiencia placentera.
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