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mauricio-josé schwarz
Sábado, 27 de mayo 2017, 08:32
La mirada fija, sin parpadeo, la pupila como un tajo de machete, la lengua bífida, la posibilidad del veneno, la extraña forma de desplazarse por la ausencia de patas, sigilosa y disimulada... Estas y otras características han hecho que las serpientes ocupen un lugar especial ... en el imaginario, la mitología y la narrativa de prácticamente todas las culturas. Incluso en la irlandesa, donde la ausencia de serpientes es parte esencial de su folclore, que afirma que estos animales fueron expulsados de la isla en el siglo V por su santo patrono, San Patricio. Lo cual no es cierto. Jamás hubo serpientes en Irlanda por una combinación de factores entre los que están el clima, su aislamiento, con pocos puentes de tierra hacia el continente a lo largo de la historia del planeta, y las glaciaciones.
Los otros territorios de donde están ausentes las serpientes son los de Islandia, Cabo Verde, Nueva Zelanda, Tuvalu, Kirivati, la Antártida, Nauru y las islas Marshall. Pero en el resto del mundo estos animales están muy presentes, tanto en tierra como en el agua, desde hace al menos 150 millones de años.
Hasta donde ha podido determinar la Biología, lo más probable es que las serpientes sean descendientes de un grupo de reptiles excavadores de los que también provienen los dragones de Komodo, los mayores reptiles que hay en el mundo, la familia de los varanos. La historia de por qué perdieron las extremidades para adoptar la forma tubular, cuáles fueron las presiones del medio ambiente que favorecieron que se reprodujeran más los reptiles con extremidades más pequeñas sigue siendo un misterio. Algunos biólogos proponen que las patas se perdieron primero en especies marinas, un ambiente que favorecería un cuerpo más aerodinámico. Pero el registro fósil parece sugerir otra respuesta. Hay al menos cuatro fósiles intermedios de ancestros de las serpientes que aún conservaban cuartos traseros vestigiales y uno, el llamado Tetrapodophis (que significa precisamente de cuatro patas) que tiene todas sus extremidades, pequeñas y atrofiadas. Este fósil terrestre sugiere que al vivir en galerías bajo tierra, resultaba más conveniente para los ancestros de las serpientes moverse sin patas que se atoraran en la tierra.
Saliva modificada
En todo caso, la genética ha identificado el gen que hace que surjan las extremidades en los animales, llamado SHH, y ha podido determinar que serpientes como la pitón lo conservan, simplemente este gen no es activado por otros genes y por el entorno... salvo en algunas ocasiones, cuando actúa durante breve tiempo en la formación de las pitones, por lo cual en algunos ejemplares se pueden apreciar pequeñas garras que sobresalen de su piel, vestigios de sus antiguas patas.
Australia es el país con más serpientes venenosas. De un total de 170 especies identificadas que viven en tierra de canguros, 100 son venenosas y la mordedura de 12 de ellas puede causar la muerte a una persona. Aún así, solo se producen unas 6 muertes al año por veneno de serpiente en Australia. Entre tanto, en la India, cada año se producen unas 50.000 muertes por esta causa, de un total de más de 250.000 mordeduras de varias serpientes como la cobra, aunque la más venenosa es la víbora de Russell. ¿La más venenosa del mundo? El campeonato lo disputan la mamba negra del África subsahariana y la taipán de tierra adentro.... de Australia
Además de su peculiar locomoción, las serpientes nos resultan singulares por la capacidad que tienen muchas de ellas de producir y administrar veneno: las vipéridas o víboras, las elápidas y las culebras. El veneno que producen no es sino saliva modificada con distintas enzimas que destruyen los tejidos del animal al que atacan. Estas toxinas pueden atacar y destruir los músculos, los procesos cardiacos, la sangre y los procesos nerviosos. La imagen de una serpiente venenosa, como una cobra de la India o una serpiente de cascabel de los desiertos norteamericanos, es ciertamente amenazante y por tanto es un símbolo frecuente. Pero, como suele ocurrir, el veneno depende de la dosis. Cualquier sustancia en cantidades excesivas es venenosa, pero en dosis menores puede tener efectos beneficiosos. Por ejemplo, el veneno de la serpiente taipán australiana tiene una enzima que mata a su víctima provocando la coagulación de la sangre. Pero en dosis controladas, esta enzima puede utilizarse y se utiliza para controlar las hemorragias excesivas en cirugías o en casos de traumatismos graves con pérdida de sangre.
Las serpientes son la segunda mayor amenaza animal a la vida humana, causando con su veneno alrededor de 100.000 fallecimientos al año. Una cifra que, sin embargo, palidece junto a la del campeón de mortalidad, el mosquito, con 750.000 muertes al año en todo el mundo como transmisor de una variedad de enfermedades, especialmente la malaria.
El veganismo no tiene adherentes entre estos seres que viven a ras de tierra. Las 2.700 especies de serpientes conocidas son carnívoras y por tanto todas son depredadoras. Algunas matan a sus presas con veneno, otras mediante ataques relámpago en los que atrapan a las presas en sus fauces y las tragan vivas, y las demás lo hacen oprimiéndolas con sus anillos, como la boa constrictor o la pitón, que por ello se han ganado un lugar en el mundo de Hollywood como amenazas mortales espectaculares. La presa asfixiada es después devorada.
Por si todas esas peculiaridades fueran pocas, y poco asombroso que se reunieran en una sola suborden de la clasificación, un tipo de animales fácilmente reconocibles, su reproducción fue otra fuente de interés para el ser humano. La mayoría de las serpientes son ovíparas, es decir, ponen huevos que incuban y de los que salen pequeñas serpientes perfectamente formadas, sin el aspecto infantil que nos enternece sobre todo entre los mamíferos. Al crecer, las pequeñas serpientes irán mudando de piel ya que esta no crece con ellas. Pero algunas serpientes, en especial las grandes como las anacondas y las boas constrictor, y las víboras venenosas, no producen huevos, sino que dan a luz a sus crías vivas. Y, finalmente, están las que combinan ambos métodos y desarrollan huevos que no son puestos, sino que se conservan en el interior de la serpiente madre hasta que sus crías eclosionan y salen de su cuerpo como si fueran vivíparas.
El espectáculo del nacimiento de las serpientes, creen algunos, es uno de los elementos que inciden en la imaginación de modo que este animal aparezca tantas veces en los mitos de la creación de diversas culturas. La serpiente, símbolo de muerte y de curación (como lo exhibe el bastón de Esculapio, usado por la medicina), de nacimiento y de traición, de la fertilidad y de la venganza, quizás merece mejor prensa de la que ha recibido en nuestras tradiciones legendarias.
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