Su regreso fue el mejor estímulo. Qué pocas alegrías había en una ciudad que en 1947 iba saliendo a trancas y barrancas de tantas desgracias: la guerra, el incendio, la polémica reconstrucción y la más reciente, el descenso del Racing a la indigna Tercera División. ... Naturalmente, la junta directiva del club presentó la dimisión, y se abrió una etapa nueva donde sólo había miradas para un horizonte de progreso, aunque hubiera que tener mucha fe e imaginación para contemplarlo. Fue cuando llegó aquel jugador internacional que había recorrido todos los campos de España buscando el éxito que realmente le emocionara, y que a pesar de los títulos ligueros y de la Copa de Campeones que había conquistado, volvió a casa para encontrarlo.
Germán Gómez Gómez (Santander 1914- Madrid 2004) fue jugador del Rayo Sport Miranda y del Tolosa antes de debutar en el Racing cuando el club cántabro estaba presidido por José María de Cossío. Su primer partido oficial con el conjunto santanderino lo disputó en El Metropolitano de Madrid el 16 de septiembre de 1934, contra otro equipo que sería muy importante en su carrera deportiva, el Athletic Club de Madrid, partido del Campeonato Suprarregional que terminaría con el abultadísimo resultado de nueve a cinco a favor de los madrileños.
En su primera temporada como racinguista ya tuvo una actuación excepcional, demostrando un gran sentido de la colocación, un perfecto dominio del regate y de los certeros y largos centros a los extremos. En la temporada siguiente, la de 1935/36, su juego contribuyó a que el Racing consiguiera una de sus mejores clasificaciones ligueras de su historia al obtener la cuarta posición. La media racinguista estaba formada entonces por Ibarra, Nando García y Germán.
El Atlético Aviación, que así se denominó al Atlethic Club de Madrid tras la Guerra Civil, le incorporó a su equipo en 1939 impuesto prácticamente por la autoridad militar. El Racing sólo pudo obtener por el traspaso un chasis de autobús usado del Ejército del Aire. Germán formó parte de las alineaciones que lograron los dos primeros títulos ligueros de la posguerra y en 1940, la Copa de Campeones, que ganó al campeón de Copa, el Español de Barcelona.
Tras su etapa en Madrid, Germán no dudó en aceptar la propuesta de regresar al Racing tras el lamentable descenso a Tercera de los montañeses. La ilusión se encendió cuando un nuevo presidente se hizo cargo del equipo, un hombre que había sido jugador, Luis Pombo Noriega, guardameta racinguista en 1924 que con sus 42 años asumiría la dirección del club con el gran reto de subir a Segunda División. Para ello, el club impulsó una denominada Junta de Colaboración que aglutinó a las autoridades y representantes de las peñas racinguistas y en la que estaban presentes el gobernador civil, el presidente de la Diputación Provincial y el alcalde de Santander, entre otras personas, además de expresidentes del club y de la Federación Cántabra de Fútbol. Con el apoyo de esa Junta de Colaboración se recurrió a las viejas glorias para evocar los triunfos de antaño y el interés de los aficionados. Como entrenador se trajo a Patrick OConnell, y como jugador emblemático a Germán Gómez, que estuvo a punto de venir acompañado de otro de los grandes racinguistas de los años treinta, Fernando García, pero que no pudo venir ante la exagerada y prohibitiva cantidad que el Barcelona pedía por su cesión.
Con la valiosa colaboración de Germán, el Racing consiguió ser campeón de grupo, campeón de la fase intermedia y campeón de la fase final de ascenso que le otorgaba el título de campeón absoluto de la Tercera División. Fue un ascenso de alivio que el equipo consiguió a falta de la última jornada al ganar al Salamanca por dos a cero en los Campos de Sport, cuando OConnell alineó a Paquillo, Suárez, Lozano, Felipe Germán, Lorín, Ceciaga, Pin, Moro, Elizondo y Álvarez.
Su regreso fue el mejor estímulo y abrió una etapa nueva donde sólo había miradas para un horizonte de progreso, aunque hubiera que tener mucha fe e imaginación para contemplarlo. Germán tuvo esa fe e imaginación. Pero aquel ascenso a Segunda sólo fue el primer paso. Dos años después, también con su participación, aunque más escasa, el Racing recuperaba la Primera División para celebrar el último éxito deportivo del gran Germán, el futbolista internacional que había recorrido todos los campos de España buscando el éxito que le emocionara, y que a pesar de los títulos ligueros y de la Copa de Campeones que había conquistado, regresó a casa para encontrarlo con su Racing.
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