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Lola Gallardo
Martes, 30 de mayo 2017, 09:00
Paloma OShea (Getxo, 1936) es una apasionada de la música y del arte. Presidenta de la Fundación Albéniz y la Escuela de Música Reina Sofía, este lunes viajó a Santander para presentar el programa académico del XVII Encuentro de Santander Música y Academia que reunirá ... a jóvenes talentos y músicos consagrados durante el mes de julio en la capital cántabra. Una idea que "copió" del Festival de Tanglewood en Estados Unidos. Descendiente de irlandeses, pasó su juventud en la vecina ciudad de Getxo hasta que se casó con el banquero cántabro ya fallecido Emilio Botín. Ella comenzaba entonces su carrera como pianista. Había recibido el Premio del Conservatorio de Bilbao y después llegaron unos cuantos más como mecenas e impulsora de proyectos educativos y culturales, porque abandonó el piano a nivel profesional. Su gestión al mando de la Fundación Albéniz, la Escuela Reina Sofía y el concurso de piano que lleva su nombre que inició en 1972 le ha supuesto una Legión de Honor francesa, la medalla de la Academia de las Artes de San Fernando o la Picasso de la Unesco, así como el Honorary Fellow de la Royal Academy de Londres, entre otros.
¿Qué tiene de especial este encuentro de Música y Academia además del homenaje al pianista y pedagogo Dimitri Baskhirov, que figura en el claustro de profesores, pero además fue profesor el primer año del encuentro?
Todos los encuentros son especiales siempre. No son ni mejor ni peor. Siempre han sido de gran calidad, con grandes profesores y grandes alumnos de todas las escuelas europeas. Pienso que este encuentro es una de las cosas más bonitas que he podido aportar a la música. Los jóvenes de hoy en día están tan preparados y tocan con tanto entusiasmo que, para mí, las mejores orquestas del mundo son las formadas por jóvenes músicos.
¿Qué queda del primer encuentro, hace diecisiete años? ¿Qué recuerda?
El primer encuentro fue un desastre de organización. Hay músicos que piensan que todo es improvisación y había días que a las dos de la madrugada estábamos preparando el concierto del día siguiente. Me encontré entonces con el maestro Péter Csaba y conversando con él observé que tenía mucho prestigio como realizador de grandes festivales en Suecia y le ofrecí ser director del encuentro al año siguiente. A partir de ese segundo encuentro ya fue todo sensacional. Además de ser un gran músico, supo rodearse de otros grandes músicos en el encuentro como Claudio Martínez Mehner, alumno y profesor de la escuela y que hoy imparte docencia en Basilea y Colonia.
Hay mucho trabajo detrás de cada encuentro...
-El maestro Péter Csaba se encarga de escoger a los profesores y según escucha a los músicos en distintos escenarios del mundo está imaginando que uno puede formar parte de un cuarteto o actuar como solista. En su cabeza resuelve el puzzle de inmediato, en cuanto los escucha tocar. Es fantástico.
El año que viene es el Concurso Internacional de Piano, ¿hay alguna novedad?
Si, en 2018. Todavía no hemos empezado. En breve colgaremos en internet la convocatoria con las distintas fases del concurso.
La Fundación Albéniz tenía hace tiempo un proyecto para crear una escuela de música para niños en Santander. ¿Qué ha sido del proyecto?
Yo ya no puedo hacer más cosas. La educación musical ha subido muchísimo en España. De las primeras audiciones en la escuela a las de hoy es otro mundo. El nivel musical en España es fantástico y yo estoy feliz de haber puesto mi granito de arena.
Usted estudió piano cuando era una niña. ¿De dónde le viene esa pasión por la música y el arte?
Yo con 5 años ya me estaba examinando en el Conservatorio de Bilbao de ingreso de piano y solfeo. Tenía mucha facilidad y me encantaba. Ya no toco el piano porque lo malo del piano o de cualquier instrumento es que tienes que practicar muchas horas. La música no se te olvida, pero los dedos no responden si no practicas con regularidad. Yo entonces tocaba el piano ocho horas diarias.
¿Hay algún pianista por el que sienta admiración?
Es difícil decir uno porque hay muchos que me encantan. Algunos de ellos han venido al Festival Internacional de Santander y son fantásticos. Bueno, si tengo que decir uno, el último ganador del Concurso Internacional de Piano está teniendo grandes éxitos, el sevillano Juan Pérez Floristán. Está tocando fantástico y vendrá al concierto inaugural del Festival Internacional de Santander.
¿Qué consejo da a un joven que inicia estudios de música, qué le dice?
Que hagan música, no es solo correr, correr y correr. Un crítico francés que vino un año al Concurso de Música me dijo que todos corren y corren pero no hacen música. Y hay que hacer música. Recuerdo ahora a Alicia de la Rocha, que impartió su última masterclass en Santander y llegó una alumna con una sonata de Mozart y cuando se iba a sentar en el piano, De la Rocha le dijo ven y cuéntame cuál es el tema de la partitura. Y la joven se quedó pensando hasta que descubrió cuál era. Hay que ser músico y eso se aprende de estos grandes profesores que hacen un trabajo importantísimo.
¿Cree que el Gobierno apoya la música desde las etapas iniciales de la educación o hay que hacer más esfuerzo?
La cultura en los colegios es todavía insuficiente, aunque en Santander se están haciendo muchas cosas, con el Festival Internacional y el Encuentro de Música o el trabajo en los conservatorios. Pero la música es los colegios es una asignatura pendiente. Aunque insisto en que en Santander somos privilegiados en temas musicales.
Cerremos pensando en el final del Encuentro de Santander, ¿qué balance le gustaría hacer?
Me encantan las felicitaciones que recibimos cuando termina el encuentro de los alumnos al maestro Csaba o a Cristina Hernández, la coordinadora general. Ellos vienen felices a Santander.
¿Si volviera a empezar volvería a hacer lo mismo?
El Encuentro de Santander es una de las cosas más bonitas que he hecho en la vida. Y es maravilloso que el Gobierno y el Ayuntamiento de Santander lo apoyen.
¿Cuál fue el germen, el origen del encuentro?
Yo no hago más que copiar y espero haber sabido copiar lo bueno. Fui a Estados Unidos, al festival de Tanglewood de música clásica, descubrí que era maravilloso y pensé hacer lo mismo: audiciones en las mejores escuelas europeas y acercar a Santander el talento. Los alumnos quieren tocar y estar con los grandes maestros. Tocar con sus músicos más admirados les hace tocar con una intensidad que es fantástica.
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