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Antonio Paniagua
Miércoles, 31 de mayo 2017, 08:49
Hablar de Bollywood es hablar de desmesura. Los actores de la industria cinematográfica de la India viven como marajás. Sus excentricidades no difieren demasiado de las protagonizadas por estrellas de otras latitudes. Como las fortunas amasadas en Hollywood, los indios bailones se desplazan en limusinas, ... adoran los masajes y no son de fácil conformar. En Madrid, en junio del año pasado, satisficieron sus caprichos a costa de una subvención de un millón de euros otorgada por el Ayuntamiento de la capital. Una cantidad que se gastó para que Madrid acogiera la entrega de los Oscar de la India. Y así se hizo, pero el PP, en la oposición municipal, lo pone en duda.
bollywood
Más grande que nadie
La industria cinematográfica de Bombay, con 103 años de vida, ha desbancado en producción de películas a la estadounidense. Bollywood crea más de 1.000 cintas al año. Le sigue la de Nigeria, también llamada Nollywood, que da salida a 600 títulos anuales. Los Angeles se tiene que conformar con 500. Bollywood produce películas larguísimas, llenas de espectáculo, acción y canciones. La India tiene un mercado joven inmenso, de 830 millones de personas menores de 30 años.
90
millones de euros es el récord de recaudación de la taquilla de Bollywood. Lo alcanzó la película PK, dirigida por Rajkumar Hirani (2014). En esto no puede competir con Hollywood. Avatar (2014) consiguió 2.495 millones.
30
millones de euros es la fortuna del actor mejor pagado de la India, Amitabh Bachchan, de 72 años, según Forbes. Le siguen Salman Khan y Akshay Kumar, ambos con un patrimonio superior al de Johnny Deep (26 millones).
El consistorio presidido por Manuela Carmena dice que todo es correcto, que Madrid no paga a gorrones salvo tres facturas por valor de 500 euros que les han colado. Lo primordial era promocionar la ciudad, lo que según Carmena se ha conseguido. La publicidad indirecta diseminada en el mundo asiático hubiera costado 192 millones de euros y el impacto económico logrado asciende a 12 millones. Ello se dejó notar en el comercio, la restauración y el ocio, siempre según la versión de Ahora Madrid, la coalición de izquierdas que gestiona la ciudad. El PP no se da por rendido y pide una comisión de investigación, petición que fue ayer tumbada con los votos de Ahora Madrid y el PSOE. Al margen de querellas políticas, lo cierto es que Bollywood monta el circo allí donde va, y la cosa no sale barata. El Ayuntamiento de Madrid puso sobre la mesa un millón de euros, pero fueron necesarios otros ocho para levantar todo el tinglado.
Mil películas al año
Ser una estrella de la factoría Bollywood supone vivir con desahogo. La 17ª ceremonia de entrega de los Premios de la Academia Internacional de Cine de la India (IIFA, por sus siglas en inglés) puso de manifiesto que la farándula de Bombay no tiene motivos para envidiar a la de Hollywood. El análisis de las cuentas hechas por los interventores municipales del Ayuntamiento del Madrid revela que los indios de cine (no confundir con los apaches) son un pelín manirrotos. Aman la vida regalada porque ellos lo valen. Por algo encabezan una industria que produce unas mil películas al año y vende 4.000 millones de entradas. No sólo tienen un potente mercado interior, propio de un país poblado por 1.300 millones de habitantes, sino que han seducido a medio mundo con sus musicales. En Occidente sus películas fascinan, algo que no escapa a la visión global para los negocios que tiene la empresa que monta el evento, Wizcraft International Entertainment, centrada en el sector del marketing.
Wizcraft aterrizó en Madrid con una comitiva de 740 personas, entre actores y empresarios del celuloide del país asiático. Algunas se alojaron en el Palace y otros establecimientos de postín, y mostraron costumbres que nada tienen que ver con la vida de los santones. Uno de los invitados usó el servicio de spa en su propia habitación. Nada que objetar a las sanas abluciones del Palace. Lo malo es que Wizcraft endosó la factura de 167,80 euros al consistorio, que la asumió por error.
No son cantidades astronómicas, pero delatan una inclinación al escaqueo poco elegante. Un cliente pidió sushi, un sushi riquísimo de 572 euros. El Ayuntamiento dice que no se lo comió él solo, sino que en la degustación participaron varios comensales.
A la luz de las cuentas enviadas por Wizcraft, la parte del león de la subvención se gastó entre alojamiento (242.580 euros) y transporte (275.925 euros), apartado en el que se incluyen viajes en limusina y billetes de avión en business ¿Dispendio o lo habitual en una entrega de premios glamurosa? Juzguen ustedes. A seguridad privada se destinaron 77.914 euros, a servicios técnicos otros 200.000 y a producción televisiva 264.799 más.
En medio de este desfile de vanidades, el PP aduce que Wizcraft, la empresa organizadora del evento, «no tiene buena reputación». La sociedad, que tiene su base en Singapur, fue investigada por la sospecha de haber recibido fondos de una empresa opaca de Hong Kong. Por lo pronto, la Academia de Cine de la India carece de personalidad jurídica, es tan solo una marca registrada que emplea Wizcraft para comercializar los premios. Hay media docena de empresas y entidades que invocan su pedigrí y se proclaman las auténticas organizadoras de los Oscar de Bollywood.
La polémica no es de ahora. Wizcraft está siendo objeto de pesquisas por un delito de negligencia, cuando se produjo un gran incendio en Bombay durante una gala organizada por la compañía. A este lío se suma otro proceso judicial abierto en EE UU. Se acusa a la empresa de estafar a un intermediario por organizar en Tampa en 2014 la misma entrega de premios que acogió Madrid en 2016.
El sablazo de Toronto
Los de Wizcraft son duchos en el arte del sablazo. La edición de 2011 se celebró en Toronto, la mayor ciudad de la provincia canadiense de Ontario. Entonces la empresa facturó al Gobierno regional 5,2 millones de dólares entre gastos de visas, transportes, hoteles, taxis y teléfonos, según publicó el diario La Razón. La revelación de las cuentas puso en un brete al Ejecutivo liberal del territorio. La producción de la gala exigió otros 5,1 millones aportados por patrocinadores particulares y marcas.
La maquinaria de Bollywood sabe montar el show. Hay que reconocer que so lo hacen de maravilla. Pero el concepto de gala de entrega de premios hay que ponerlo en cuestión. En primer lugar porque nadie sabe exactamente quién vota. Y en segundo lugar porque en las categorías de galardones hay especialidades tan absurdas como Mejor Cantante Masculino en Playback. El año pasado, la bellísima Deepika Padukone se llevó el premio a mejor actriz compitiendo contra sí misma, pues era candidata al mismo reconocimiento con dos películas distintas.
Las estrellas de Bollywood son todo menos personas humildes y sencillas. Para muestra un botón: el actor y productor Salma Khan, que se adjudicó en 2016 el trofeo a la mejor película, no es un dechado de virtudes. De su boca han salido frases como "puedo dejar todos mis vicios, incluso el alcohol, pero no el de estar con mujeres". Durante la promoción de Sultán, una de sus cintas, llegó a decir: "Cada día, después de los entrenamientos de boxeo, me sentía como una mujer recién violada". Además ha sido condenado a cinco años de cárcel por atropello y otros cinco por caza furtiva, pero un mal día lo tiene cualquiera. Lo que importa es que el malo de Salma enardece a las multitudes.
No le va a la zaga Hrithik Roshan, cuyo torso majestuoso despierta sentimientos inconfesables. No obstante, adolece de un defecto, o una ventaja, según se mire: su mano derecha tiene seis dedos. Los 15.000 indios que según estimaciones del Ayuntamiento llegaron a Madrid atraídos por los Oscar Bollywoodienses habrían puesto las dos manos en el fuego por él.
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