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antonio corbillón
Martes, 6 de junio 2017, 08:38
Aún se conoce en Sevilla como la Madrugá del Pánico. Diecisiete años después nadie ha logrado explicar lo que pasó. Viernes Santo, 0.5.15 horas. Una carrera sin rumbo sucede a la anterior. De repente, 700.000 personas tienen que buscar salida en un ... espacio de 600 x 800 metros, con 31.000 sillas y otros objetos como obstáculos a salvar. Los cofrades abandonan los pasos para refugiar debajo a los niños. Hubo docenas de heridos, cientos de contusiones e incontables casos de histerismo colectivo, pero sin víctimas mortales. Se atribuyó a un juego de rol o una trifulca de delincuentes con policías que asustó a los viandantes.
Una tragedia recurrente
1.426 muertos
. La mayor tragedia que se recuerda ocurrió el 3 de julio de 1990 en el túnel de La Meca (Arabia Saudí) durante la peregrinación islámica. Cuatro años después murieron otros 270 peregrinos en un caso idéntico. En 2006 perecieron 363. Ante la reiteración de casos, las autoridades implantaron en 2013 un localizador de focos de conflictos y avalanchas mediante un sofware que vigila las aglomeraciones.
1.300 murieron en la avalancha más antigua de la que se tienen noticias
. Ocurrió en Khodynka, Moscú, en 1885 durante la coronación del zar Nicolás II.
1.033 creyentes chiíes fallecieron en agosto de 2005
tras una avalancha al hundirse un puente sobre el Tigris en Bagdad.
456 vidas humanas se perdieron en noviembre de 2010
en una estampida en Phnom Penh (Camboya) durante el Festival del Agua.
145 peregrinos hindúes
perdieron la vida en agosto de 2008 en una estampida en el norte de la India.
39 hinchas de fútbol
, de ellos 32 de la Juventus de Turín, murieron en el estadio Heysel de Bruselas en 1985 en la final de la Copa de Europa.
21 jóvenes
murieron atrapados en un túnel en el Love Parade de Duisburgo (Alemania) en 2010.
5 chicas madrileñas
murieron en la avalancha del Madrid Arena el 1 de noviembre de 2012.
Este 2017 se repitió algo similar. Mismo día, misma hora. Grupos de jóvenes que gritan Gora ETA y Alá es grande. Nuevas estampidas y carreras. Pero esta vez el zafarrancho fue mucho más contenido y pudo ser controlado a los pocos minutos por los operativos de seguridad. Aun así, la noche se cierra con cien heridos y tres de los ocho supuestos gamberros en prisión a las pocas horas. Un balance relativamente benigno dada la concentración humana que se agolpa en el centro de Sevilla en una fecha así.
¿Qué ha cambiado? Pues que en la capital andaluza han aprendido de su historia reciente. Incluso han sabido sortear las presiones de algunas cofradías que se quejan de que la seguridad ha restado público en algunas esquinas. El Ayuntamiento redujo los aforos al 50% de otros años en los 17 puntos calientes que delimitó en el recorrido procesional. Y eliminó terrazas con veladores, puestos callejeros y hasta churrerías móviles.
Este sábado pasado, en la plaza San Carlo de Turín, tuvieron que digerir algo peor que la derrota de su equipo, la Juventus, en la final de la Champions League. Más de 30.000 personas seguían el partido a través de pantallas gigantes. De repente, suena un petardo, una valla que cae y un grito "¡es una bomba!". La plaza está llena de gente con botellas de vidrio, mochilas con comida. Las imágenes de televisión mostrarán después un incontrolable tsunami humano que se desplaza buscando la salida. Ocho heridos graves y más de 1.550 leves fue el balance final.
¿Qué hacer cuando una marea humana se nos viene encima? Muy poco. "Sólo un 5% actúa bien o a tiempo. El resto o no actúa o lo hace como pollos sin cabeza", resume Olga Sánchez, coordinadora del curso de Protocolo, Comunicación y Seguridad en Eventos de la Universidad Complutense que se ha celebrado hace un mes en Madrid y se ha centrado este año en Situaciones críticas.
Esta experta, que coordina el primer Observatorio Científico de Eventos (ESO Business School), reconoce que, en una gran concentración humana, "nadie puede controlar el pánico colectivo cuando se desata". Y que solo es el resultado de una mala gestión de la ecuación que debería intentar un imposible: el riesgo cero. "El control total es una falacia porque los eventos siempre sufren cambios e incidentes sobre los que el organizador no tendrá el control", completa el máster en dirección de Seguridad Privada Carlos Moreno.
"La clave es repensar la seguridad de cualquier escenario. Hay nuevos riesgos que se han añadido al terrorismo o a un siniestro convencional. La seguridad tiene su retorno a medio plazo. Si no ocurre nada, la gente piensa que es un gasto superfluo. Pero cuando ocurre, se te viene encima incluso el Código Penal", resume Vicente Hernández, presidente de la Asociación de Directores de Seguridad. De hecho, participó en el juicio por la tragedia del Madrid Arena en la que murieron cinco chicas. "Quedó claro que quien vigilaba las cámaras y tenía que avisar ni siquiera era consciente de esa cadena", recuerda.
Aforos limitados
Hernández reclama mayor peso para su profesión, que debe responder a gamberradas low cost como la de Turín a las que los jueces empiezan a equiparar con el terrorismo. Ayer tarde quedó a disposición de un juez en Valladolid un joven marroquí que provocó un altercado en una iglesia el domingo al grito de ¡Alá es grande!.
¿Dónde estoy?
Observar las dimensiones del espacio en el que estamos. Identificar las salidas. Optar por flujos laterales en lugar del centro de la masa.
Coordinación
No acudir nunca solo a una gran concentración. Establecer un punto de encuentro con el resto y llevar un móvil cargado. Su geolocaliador puede ayudar a que nos encuentren.
¿Cuándo es la aglomeración un riesgo evidente?
La ley permite meter a cuatro personas por metro cuadrado. Los expertos insisten en que la congestión se produce cuando «te presionan por delante, detrás y los costados». Hay que intentar colocar los brazos sobre el pecho y usar los codos para mantener un espacio propio y poder respirar. Y tratar de salir de allí lo antes posible por un lateral.
Viene una avalancha, ¿qué puedo hacer?
Si se puede, quedarse quieto y buscar resguardo para evitar el efecto ola. «Si te arrollan, la gente te levantará en vilo. Es el mejor camino hacia un riesgo de aplastamiento».
¿Y ante una caída?
Si alguien cae delante, buscar apoyos en otras personas para hacer una rápida cadena humana y ayudar al caído a levantarse. Si eres tú el que cae adopta una posición fetal, cubriendo la cabeza con los brazos hasta que puedas levantarte.
El Madrid Arena y su cadena de irregularidades endurecieron las leyes de espectáculos, aunque sus reglamentos aún no están desarrollados. "Está todo por hacer. Muchos vigilantes no tienen formación. Se ve como un gasto y no como una inversión. No sabemos ni cuántos eventos se organizan en España", lamenta Olga Sánchez.
Incluso cuando se hacen bien las cosas los riesgos siempre están ahí. "No vulnerar un aforo máximo no implica que la gestión interna sea adecuada", adelanta el asesor y director de Seguridad que colabora con la Dirección General de Policía, José Luis Gómez. Este especialista reclama que se reduzca el actual margen que permite meter a cuatro personas por cada metro cuadrado. Pero incluso más importante es "segmentar a la gente por pasillos. Son los cortafuegos humanos, como lo son en el bosque con los incendios". Aunque Gómez admite que esas precauciones a veces son incompatibles con mayores beneficios por aforo.
Todos los expertos consultados reclaman la mejora de la coordinación entre los organizadores privados y sus equipos y los diferentes equipos públicos (policías, protección civil), con "personas de enlace que intercambien toda la información". Ponen como ejemplo de mejora los protocolos del fútbol y las corridas de toros, los espectáculos más habituales y más vigilados en España.
El Fin de Año en la Puerta del Sol de Madrid es un ejemplo de prevención. "Los agentes vigilaban desde las azoteas para prever hacia dónde se movían las mareas humanas y regular la concentración", explica Sánchez.
En las pasadas fiestas de San Isidro, su Ayuntamiento estrenó un sistema automático de control de aforos gracias a mapas 3D. Suministra datos cada 10 segundos para controlar aglomeraciones y colas. La prueba de fuego será entre el 23 de junio y el 2 de julio. Se esperan más de dos millones de personas en la fiesta del Orgullo Gay. "Con masas así, la seguridad debe ser compatible con la evacuación. Lo que es bueno para que los malos no entren, también puede ser malo para que los buenos no salgan", avisa José Luis Gómez.
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