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Juan Luis Fernández
Domingo, 18 de junio 2017, 22:48
Esta semana pasará a la historia de Cantabria por la inauguración del Centro Botín, llamado a acelerar la transición de Santander hacia un sector servicios ... con mayor protagonismo de la cultura, el arte y la educación en general. De momento, ya ha servido para una importante remodelación urbana que ha mejorado el equipamiento del centro de la capital. La presencia de los Reyes es acorde con la trascendencia del evento.
Este cambio de marcha en la oferta espiritual del Portus Victoriae Iuliobrigensis ha venido precedido de otro también importante: la decisión del Gobierno central y el Ayuntamiento de Santander de no demorar por más tiempo el proyecto que traerá al viejo edificio del Banco de España, frente al Centro Botín, las actividades del Museo Reina Sofía de Arte Contemporáneo y el aprovechamiento del Archivo Lafuente, cuyas colecciones son de valor mundial.
Ahora que el Gobierno cántabro ha sido bruscamente liberado de compromisos económicos en este proyecto, podría dedicarlos a algo de su inexcusable competencia: la construcción de un nuevo Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria en Gamazo (zona que, por lo demás, se está revalorizando enormemente y donde se ofrece ya otro museo, el Marítimo). Supone una gran ocasión para hacer ciudad desde el punto de vista de la arquitectura contemporánea en la fachada marinera. La cuestión es conocer si este proyecto es una prioridad regional o no.
Un MAS en segundo puesto
Por otra parte, en este contexto cultural nuevo es evidente que al MAS, el museo municipal de arte, no le va a ser suficiente con las mejoras actualmente en curso. Si debe entrar en armonía productiva con las actividades de los otros museos, necesita un proyecto de cierta ambición y que pueda ser también sostenible en el tiempo (lo que quizá requiere una activa gestión de patrocinios, para que no recaiga todo en el vecindario).
Para el resto de la comunidad, los proyectos de Santander representan una oportunidad indudable. Además del efecto cultural en los usuarios cántabros, los nuevos equipamientos atraerán más visitantes a Cantabria, y es un reto para la estrategia turística lograr que ese magnetismo genere en un segundo momento el efecto de redistribución de la demanda.
Santander seguirá teniendo en cartera espacios de futuro cultural: el Mercado del Este, los bajos de la Porticada, el trayecto entre Puertochico y Los Peligros, las áreas recuperadas en la operación ferroviaria, los inexplicables aparcamientos de la autonomía en Casimiro Sainz, los prados vírgenes de la Vaguada de las Llamas. Si apareciese un clúster de instalaciones culturales de trascendencia al menos nacional, iríamos ya en sexta marcha. La seriedad de los proyectos se medirá, empero, no solo en las instalaciones, sino en la capacidad para sostener programas de actividades de cierto nivel e intensidad. Hay que promover todas las artes, no solo la arquitectura.
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