Acelerados
Ha subido la temperatura en todos los frentes políticos –destemplados por una renovadora fiebre cáustica únicamente ajena al PRC–, y hasta en la cueva de Altamira
Olga Agüero
Viernes, 23 de junio 2017, 07:36
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Olga Agüero
Viernes, 23 de junio 2017, 07:36
El estallido de un sofocado verano acaparó esta semana el protagonismo informativo, aunque ya no es novedad. Desde hace varias temporadas nos deshidratan sucesivas olas ... de calor que tratamos con singularidad. Como si viviésemos estancados en la refrescante nostalgia del verano del setenta y tres, permanentemente constipado de lluvia. Ni el jarro de agua fría de la desconsolada derrota del Racing ha enfriado el ambiente. Ha subido la temperatura en todos los frentes políticos destemplados por una renovadora fiebre cáustica únicamente ajena al PRC, y hasta en la cueva de Altamira.
La contagiada calentura ha excitado una desconcertante euforia en otra cavidad donde se aplaude el Pendo Chic Market. Un maridaje perpetrado para promocionar la cueva de El Pendo mediante un mercadillo de moda, decoración y gastronomía. Una peculiar ludoteca parental, estratégicamente prevista para entretener a los mayores mientras los niños aprovechan los talleres de prehistoria. El Pendo Chic Markert simboliza la sublimación mística del coworking, el street market, la smart-city, el citybrain, el más reciente GirlsTech y tantos otros denominadores crípticos que fortalecen la incógnita sobre su ser. Una declinación singular de esta fábula fue la Heroic week, extravagante embozo semántico para una iniciativa comercial.
Ante tanta competencia la imaginación crece en atrevimiento, se exigen envoltorios más sofisticados. La Consejería de Industria, por ejemplo, promueve un acelerador de star-ups. Sin más lectura, la iniciativa evoca un aparato de Teletienda. Un ingenio a modo de oráculo donde las ideas, mediante un programado centrifugado virtual, salen con las instrucciones necesarias para un exitoso emprendimiento.
En realidad, el acelerador de empresas ya existe y es más prosaico. Es un mago de Oz camuflado bajo el amparo de la pomposa circunstancia del término, porque la propia Consejería se ocupará de «madurar proyectos empresariales». Pero el arranque causa cierta perplejidad. El primer paso es gastar 876.000 euros en «crear un espacio de trabajo colaborativo». Es decir, en decorar la oficina. Empezamos perdiendo combustible por el camino. Como si no bastase con los años perdidos en discursos vacíos. El emprendimiento como los cuñados se ha manoseado tanto que ha alumbrado una caricatura semántica de complicada reparación.
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