El río de los cocodrilos
La experiencia del rescate financiero muestra que solo necesitábamos un motivo para darnos semejante pechada económica
Juan Luis Fernández
Lunes, 26 de junio 2017, 07:54
Secciones
Servicios
Destacamos
Juan Luis Fernández
Lunes, 26 de junio 2017, 07:54
Hacer las cosas mal nos ha costado a todos los españoles 60.600 millones de euros que pusimos para rescatar al sector cajista-bancario y ... que nunca recuperaremos, según confiesa ya en sus informes el Banco de España, el vigilante dormido del dinero hispano.
Aunque creamos que esa fabulosa suma que vamos devolviendo a quienes nos la prestaron, equivalente a todos los gastos de la autonomía de Cantabria en un cuarto de siglo, constituye un mal menor frente a las otras opciones que había sobre la mesa, aún más catastróficas, ello no nos impide visualizar que existía una capacidad clara de destinar tantísimo dinero a 'algo'.
En su célebre ensayo 'Las consecuencias económicas de la paz', el economista británico John Maynard Keynes destacó cómo la Primera Guerra Mundial rompió con los hábitos anteriores de moderación del consumo en pro de la inversión, y cómo las urgencias bélicas estimularon, por el contrario, un nuevo nivel de gasto y de movilización de recursos en todos los países. Es decir, en condiciones de presión las sociedades acaban realizando esfuerzos que no sabían que eran capaces de realizar.
Si nos hubieran dicho que España iba a pedir prestados 60.600 millones en Bruselas para fomentar la ciencia y la tecnología, acabar con la pobreza y la exclusión social, o acercar el país al pleno empleo y asegurar así las pensiones del porvenir, no nos habríamos creído nada. Ni habríamos votado al mesías que para tales proyectos bienhechores hubiese requerido nuestro concurso. Sin embargo, la experiencia del rescate financiero muestra que solo necesitábamos un motivo para darnos semejante pechada económica.
Con una parte de ella se podrían haber construido en Cantabria los ejes viarios y ferroviarios que hoy siguen pendientes de norte a sur y de este a oeste, y mejorado nuestra conexión aérea con Madrid en frecuencias y precios (Ser satélite de Madrid es uno de los ejes de desarrollo ya realmente existentes en Cantabria, por flojera relativa del corredor cantábrico).
No hemos sido capaces de plantear un esfuerzo extraordinario para hacer país, sino solo para que no se deshiciera. Los salvavidas nos han salido más caros que el barco. Esto dice mucho de nuestra psicología colectiva: la ausencia de prudencia pública y de espíritu crítico dieron paso, consumada la catástrofe, a todos los atrevimientos e iconoclastias.
La principal constitución que hay que reformar es nuestra manera de pensar. No existe verdadera democracia sin un público informado y reflexivo. Todo lo demás se parece a las manadas de ñus en los documentales de National Geographic. De momento tenemos la democracia del ñu, porque además las redes sociales facilitan las estampidas; aún más: son negocio en virtud de las estampidas (en inglés 'trending topic').
Mientras no pasemos al siguiente nivel del videojuego democrático, lo mismo nos da que España sea monarquía o república, unitaria o federal, grande y libre o pequeña y esclava, supermegaprogre o carpetovetónica, nación de naciones o canción de canciones. Acabaremos siempre en el río de los cocodrilos, y otros millones vendrán que, a estos 60.600 buenos los harán. Nuestra autonomía de sastrecillo valiente está rescatando futbolistas, multinacionales y cotizadas. Necesitaríamos una de las señalizaciones que todo australiano conoce por la cuenta que le trae: en un rombo amarillo, las fauces abiertas de un cocodrilo, y la leyenda 'No swimming', no se bañe aquí. No hay que copiar de Australia sólo lo de nación de naciones, sino en primer y urgente lugar. la señalética.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Marc Anthony actuará en Simancas el 18 de julio
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.