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óscar cubillo
Martes, 18 de octubre 2016, 18:18
Más de 25 millones de discos en todo el mundo se contabiliza que han vendido los hermanos argentinos Lucía Galán (23 de mayo de 1961) ... y Joaquín Galán (21 de julio de 1955), ambos cantantes y actores de cine y televisión, pues no solo actúan e interpretan papeles sobre los escenarios de sus conciertos, en los que representan sus canciones repletas de reproches, ofensas, orgullo, mentiras, adulterios
Ahora nos visitan con su disco número 24. Se titula 'Son todos iguales', enmarcado en la gira mundial de su 30 aniversario, la portada es premeditadamente básica y kitsch: «Pimpinela vuelve a sorprender con su estilo inconfundible en un álbum basado en historias reales, lleno de emoción y del sentido del humor que los caracteriza. Temas como 'Bastardo' y 'Son todos iguales' dan forma a un trabajo donde se renuevan sin perder la marca registrada Pimpinela», reza la hoja de promoción.
Lo produjo el miembro masculino, Joaquín Galán, y en su concierto no faltarán sus clásicos, como avanza la promo: «En el mes de octubre Pimpinela regresa con un espectáculo totalmente renovado donde además del estreno de su nuevo álbum no faltaran sus grandes éxitos, desde el mítico 'Olvídame y pega la vuelta' hasta 'La familia', pasando por clásicos como 'A esa', 'Valiente', 'Hermanos', 'Me hace falta una flor', 'Por ese hombre' y 'El amor no se puede olvidar', entre muchos otros».
Van a dar diez conciertos en octubre, todos de Madrid hacia el Norte, incluyendo Mallorca. Y ponemos la mano en el fuego a que va a ser un espectáculo así: «Es un concierto fundamentalmente entretenido. El concepto del entertainment, es decir la palabra americana de ser entretenedores, que me parece lo más importante para aquel que pisa un escenario. No importa el mensaje que lleve, sino que entretenga. El espectador debe pasar dos horas por diferentes estados de ánimo, y eso es lo que tratamos de hacer nosotros. Es un concierto con mucho de emotivo, porque lógicamente hay momentos donde contamos historias a los seres queridos a través de canciones como 'El amor no se puede olvidar', que fue compuesta para nuestro padre, que falleció aquí en España en 1985, canciones como 'Hermanos', que habla de nuestra vida, o como 'La familia', que cuenta nuestra percepción de esa institución que tanto defendemos y que no queremos que vaya desapareciendo. Y después es un concierto muy temperamental y de mucho histrionismo, que enlaza las canciones más populares de Pimpinela. Ahí Lucía y yo realmente sufrimos una especie de lobotomía y nos convertimos en el hombre infiel con la mujer, la mujer que lo quiere asesinar, el hombre que las mata callando Toda esa gama de historias que hemos creado desde 'Olvídame y pega la vuelta' hasta 'Valiente', 'Me hace falta una flor', 'Por ese hombre', 'Una estúpida más' o tantas historias que la gente siempre quiere escuchar y nosotros siempre queremos cantar».
«No importa el mensaje, sino entretener», esto nos contaba Joaquín Galán hace dos años, antes de su actuación en el Palacio Euskalduna con motivo de su 30 aniversario, aunque en realidad llevaban unos 32 años funcionando. Ahora son unos 34. Pimpinela actuaron el miércoles 15 de octubre de 2014, con las entradas de 28 a 45 ¤, y con entradas VIP de 65 a 80 ¤ que daban derecho a ver a los artistas y saludarlos, y esto escribimos:
«Unos genios estos de Pimpinela, al margen de que el miércoles en el Euskalduna («teatro maravilloso, imponente», halagó el varón de la pareja) se hicieran acompañar de un quinteto pobre, ahorrador (dos teclados para remedar arreglos), más dos coros (no los tres anunciados), y el sonido general fuera malo (pésimo al principio: seseos, ecos; qué problemas suele dar el Euskalduna en este aspecto).
Sólo se abrió la parte inferior del auditorio, donde caben 1200 butacas que estarían ocupadas por unos 800-900 espectadores, con mayoría de damas maduras. Pero Pimpinela trascendieron del entorno y sublimaron su propio seno, o ser, durante la celebración en la madre patria de sus 30 años de éxito contados a partir de la irrupción de su megahit 'Olvídame y pega la vuelta'. El de Bilbao era el último concierto de la gira y el día después regresaban a Argentina.
Joaquín Galán, el hermanísimo barbado (para los hombres parece que pasa menos el tiempo), el que a menudo en escena pone cara de gélida estupefacción (de flipado), nos adelantó en la declaración de arriba abajo que su 'entretenido' show de dos horas con altibajos emocionales abarcaría tres facetas: la guerra de sexos, la adoración a la familia y los picoteos de su disco de ese años ('Estamos todos locos', de 2011).
Vale, pero nosotros dividiríamos el sarao de 126 minutos para 29 piezas (incluido el swing de presentación de su equipo, desde músicos argentinos hasta técnicos vallisoletanos, y excluido el documental inicial de autobombo donde se calificó a Pimpinela como «un fenómeno de permanente vigencia») en otros tres factores, dos discutibles pero el otro arrollador.
El sustrato arrollador fueron sus canciones de reproches mutuos, teatrales hasta la fotonovela ('Me hace falta una flor', con los dos hermanos sentados ante una mesa), con reminiscencias de Raphael ('Vivir sin ti no puedo', con el dramatismo de los dos cantantes dándose la espalda), o de la Jurado por lo temperamental (la vodevilesca 'A esa') e incluso de James Brown cuando Lucía, la hermana, hacía mutis. En ese show con bastante de boite hubo también ecos de Malú (a pesar de la banda sin actitud, que rebajó la pegada de 'Hay que estar en mi lugar'), participación activa del respetable (los coros en 'Valiente'), un final soul (el de 'Solo hay un ganador') o la aparición de Dyango en vídeo (otras veces la pantalla reproducía los clips de las canciones) y en playback ('Ese hombre' soy yo).
Fueron canciones divertidísimas, caso de 'Ese estúpido que llama' (fui yo; ellas la aplauden lo que más), o enmudecedoras, caso de la brutal 'Cómo le digo'. Estas mejores canciones estuvieron colocadas sobre todo en la primera mitad, entre la sexta y la 15º piezas, aunque de tal ramillete se desprendiera la 27ª, la mejor de la velada, una discotequera 'Una estúpida más' (la de me engañaste, NO, me mentiste, NO).
Y entre recargamientos de canción melódica a lo Julio Iglesias ('Las cosas simples de la vida', después la comercial 'Corazón gitano' con el clip en la pantalla) y más miradas a la discoteque (a lo Boney M 'Esto no es amor para mí'), los otros dos factores antes mentados los aportaron las canciones familiares y las multiestilísticas escapadas a los ritmos folk y derivados. Enre los títulos centrados en el amor no erótico ni infiel cupieron 'Hermanos', la habanera para el padre difunto 'El amor no se puede olvidar', la ranchera 'La familia', o el muy almibarado canto a trío en 'Lo mejor que la vida me dio', con un invitado especial, Francisco Joaquín Galán, hijo de Joaquín y sobrino de Lucía, mientras Rocío Hazan, la hija de Lucía, intervenía en playback desde la pantalla (sí: como antes hiciera Dyango).
Y solapándose con varias de estas piezas emergía el tercer factor, el pintado por los ritmos muy folclóricos o directamente pachangueros: vallenato ('Mañana'), rumba a lo Gato Pérez ('Buena onda', la peor de la cita seguramente), el 'Asturias patria querida' (como lo oyen), galicismos ('Al compás de una muñeira', con el teatro dando palmas), latinismos ('Penas de amores', cuando subió a escena la cántabra Rebeca, una espectadora), andinismos ('Amores que matan', una pachanguita comercial sin rubor) o aires brasileiros de aura navideña ('Cuánto te quiero') .
¿Que si cantaron 'Olvídame y pega la vuelta'? Sí, claro: en plan remozado, a lo perreo reguetón, o sea despersonalizada les quedó.
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