2020

Ya es triste, desde luego, que nos pasáramos la vida quejándonos de que «nunca pasaba nada», y para un año que sí que ocurre algo, en vez de la conquista del espacio o el verano del amor, lo que le haya tocado a nuestra generación sea una pandemia mundial.

Sin embargo, lo mismo que nunca llueve a gusto de todos, las generalizaciones nunca reflejan toda la realidad. Más allá de los que realmente han sufrido la desgracia, a todos nos gusta tanto quejarnos que le ponemos la etiqueta de 'annus horribilis' sin pensarlo demasiado.

Sí, ha sido un año pésimo para los presidentes salientes -mira al pobre Donald-, para los bailones y los inquietos de espíritu. Malo para los rockeros y horroroso para los racinguistas. En cambio, ha sido un gran año para los funerarios, los fabricantes de mascarillas y geles hidroalcohólicos. Productivo para los escritores perezosos, que por fin se quedaron sin la excusa de la falta de tiempo para escribir. Genial para los misántropos, los agorafóbicos, para los que no soportaban dar dos besos o tener que estrechar la mano a todo el mundo. Y un sueño para los que descubrieron su vocación de policías de escalera y los vigilantes de ventana.

En fin, que todo depende: 2020 ha sido el peor año del siglo para quienes perdieron a alguien, pero el mejor de la historia para aquellos que encontraron el amor en los tiempos del covid.