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Todos deseamos una sanidad de calidad, universal, equitativa, efectiva y no efectista, próxima y accesible, aunque no necesariamente al lado de casa. Pero esta sanidad está en peligro. Y la reciente pandemia nos ha mostrado la fragilidad de nuestro sistema de salud. Nuestra obligación es ... mejorarla. Les propongo algunas soluciones sencillas, pero no simples. Profundas, pero no complejos. Estructurales, no coyunturales. Que no tengan que ver con las justas reivindicaciones que inducen pequeñas mejoras para seguir haciendo lo mismo. Basados en la reflexión y no en la oportunidad política. Unos cambios a los que se ofrecerá una marcada resistencia, que necesitan liderazgo y coraje político para ponerlas en marcha.
Modificación de la organización de nuestro servicio de salud. Nuestro sistema sanitario no está caduco pero su administración sí. Sin paliativos. Debemos trasformar un sistema burocratizado y politizado en una organización más trasversal y tecnificada. Profesionalizar y despolitizar la gestión. La mayor parte de los puestos jerárquicos deben ocuparlos técnicos altamente cualificados, seleccionados mediante un concurso de méritos trasparente. La atención debe ser integral y continuada, para todos los ciudadanos. Evolucionando hacia un sistema de atención holístico de la salud, unas veces de forma ambulatoria y otras veces, las menos, en las camas de nuestros hospitales. Una sanidad que opte por la integración de los niveles asistenciales frente a la coordinación que tantas veces ha fracasado. Una atención centrada en el paciente, no en la Atención Primaria u Hospitalaria (por cierto, las dos especializadas). Una atención longitudinal y no fragmentada, que dará respuesta a los problemas de salud más importantes en la actualidad y del futuro: cáncer, cronicidad y envejecimiento. Y la mejor forma de lograr de manera efectiva ésta, es la integración de todos los servicios en un área única de salud. Un área única en el que los desafíos como la atención multidisciplinar y/o en entornos múltiples, la historia electrónica única o el acceso a los cuidados estén integrados. Y dotarla con una única dirección asistencial rodeada de cargos técnicos, no políticos. Cargos a los que se les debe pedir responsabilidades. Y, finalmente, esta área debe acompañarse de una adecuada jerarquización de los servicios. Todos los ciudadanos deben tener acceso a todos los servicios, pero no todos los centros deben ni pueden disponer de la misma cartera de servicios.
El reconocimiento del mérito y del esfuerzo es clave para cimentar cualquier relación de un profesional con su empresa. Nuestra carrera 'profesional' se basa en la antigüedad del carné de identidad y en méritos laborales; en realidad, es una carrera laboral. Se debe implementar una verdadera carrera profesional que evalúe las competencias y los resultados asistenciales, docentes y de investigación e innovación. Una carrera que reconozca los méritos profesionales allende nuestras fronteras, que permita limitar la endogamia de nuestra administración. Que facilite el acceso a la innovación y la compatibilización de asistencia e investigación. Una incentivación que cultive el conocimiento y la solidez intelectual, y facilite la apertura y movilidad internacionales. Una carrera motivadora que provocará en los profesionales una sana competitividad y su progreso profesional, disminuyendo el 'burnout'. Y, para evitar el rechazo de algunos, muchos, compatible con la carrera laboral.
Medicina de calidad e investigación. Si queremos una medicina de alta calidad, debemos hacer investigación. Y ésta se consigue integrando asistencia e investigación. En Cantabria tenemos dos excelentes institutos de investigación biomédica: el Idival y el Ibbtec; pero la interacción entre los investigadores de uno y otro institutos es escasa. Para incrementar la colaboración y la calidad de la investigación son imprescindibles dos hechos: la unión real de los dos Institutos y la puesta en marcha, urgente, de programas para la atracción y retención de talento, sugerentes y bien financiados, no solo bien publicitados. Talento necesario en la investigación, pero también en el ámbito clínico. Las instituciones más destacadas del mundo lo son porque atraen a los mejores; es así de sencillo. Si queremos situarnos entre los mejores, necesitamos esta unión y un incremento en la financiación. De hecho, un Instituto único y más potente, será un foco de atracción para la inversión biomédica. La reciente ley de la Ciencia puede ayudar a crear las condiciones para un entorno biosanitario existoso. Pero siempre y cuando se cumpla el prometido 3% de inversión. Debemos estar vigilantes.
Educación sanitaria. Tenemos derecho a una salud integral, digna y de calidad, pero a este derecho, se debe asociar la corresponsabilidad en la toma de decisiones y del uso adecuado de los recursos sanitarios. La baja tendencia a la frustración de una parte de nuestra sociedad, unido a unas expectativas ilusorias de las posibilidades reales de la medicina, han hecho que se medicalicen las frustraciones, que se tratemos las emociones con fármacos, que, en fin, se traten con medicamentos los problemas de la vida diaria. La demanda excesiva e injustificada es un factor esencial de la sobrecarga asistencial. La educación sanitaria y en salud deben formar parte del currículo educativo desde los primeros años de la vida. Todos los ciudadanos deben conocer la importancia de su comportamiento en su salud futura y las posibilidades reales de la medicina. Deben conocer la importancia de una adecuada inversión en salud y sentirse partícipes de la misma, como ciudadanos de pleno derecho que son.
Medicina personalizada y digitalización. Un aforismo clásico de la medicina es que «no existen enfermedades, existen enfermos» lo que ejemplifica la complejidad de la biología humana. Los avances en biomedicina y en el tratamiento de los datos acerca de nuestra salud, nos acerca a la deseada medicina personalizada. Una medicina que nos tratará en función de nuestra biología, de nuestras circunstancias. En este contexto nace la Cohorte Cantabria. Un proyecto único y pionero en España, que unifica e integra la información clínica junto a la demográfica, sociológica, educativa, etc. Qué analiza los determinantes sanitarios y los sociales de la salud. Que será clave para el progreso de la medicina de precisión y el establecimiento de estrategias de salud en nuestra región. Una iniciativa joven, bien acogida, pero que necesita crecer. Y que necesita una financiación mayor que la actual. Por cierto, un proyecto en el que tú, amable lector, eres clave, eres el protagonista. Una medicina del dato que necesita apoyarse en empresas tecnológicas y biomédicas, en un entorno de ciberseguridad, con confianza, sin miedo. Si aunamos esfuerzos, si somos generosos en la financiación, este proyecto singular y disruptivo, puede hacer de Cantabria una referencia en la investigación clínica. Necesitamos 'digitalizarnos' y compartir estos datos con aquellos que puedan reportarnos conocimiento y valor.
Y, por último, es imprescindible un incremento del presupuesto. Más recursos, sí, más dinero. La realidad es que se necesita dedicar más recursos a lo que genera valor en salud y desinvertir en lo no valioso. Debemos elevar el porcentaje del PIB que se dedica a salud. Debemos evaluar nuestros resultados, algo muy lejano hoy, y adecuar la inversión en función de estos resultados. Y entender que el gasto sanitario es una inversión y retorna, cuando se hace de forma eficiente, en forma de cantidad y calidad de vida, de salud. Una inversión que nos acerque a los países de nuestro entorno y que permita la sostenibilidad del sistema. Una inversión que nuestros conciudadanos aprobarán si se explica de forma adecuada. Peter Drucker nos dice que cada cierto tiempo, se cruza una frontera y cambian la visión del mundo, sus valores básicos… etc. Estamos cruzando una de esas fronteras. Debemos ser capaces de mejorar sustancialmente nuestro sistema sanitario. Olviden las disputas políticas; es inaceptable que la sanidad sea un campo de batalla político. Sin cortoplacismo, con un reparto de recursos basados en los datos y el conocimiento y no en la ideología.
La legislatura actual se encamina ya hacia su final. Examinar lo hecho, exigir que los programas electorales incluyan las diferentes visiones políticas de nuestra sanidad y analizar éstos, es nuestra obligación. No queremos proyectos, no queremos excusas, necesitamos resultados, necesitamos un cambio real de nuestra sanidad. Hagamos que el año 2023, además de Año Jubilar Lebaniego, sea el año de la Sanidad en Cantabria.
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