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Podría ser un pin, pero es un año. Dentro de cien, exactamente. ¿Cómo será Cantabria entonces? Es pura ciencia-ficción pretender formular pronósticos a tan largo plazo, pero, ¿para qué, sino para eso, existe la ciencia-ficción? Además, podemos adentrarnos sin temor en tales especulaciones. ... En primer lugar, para entonces nuestra ventanilla de reclamaciones está presumiblemente cerrada. Y en segundo, tenemos que recordar, con Sartre, que la nada es nuestro motor, es decir, la nihilización de lo recibido y proyección de una situación diferente.
Creo que la Cantabria de 2119 sufrirá alguna consecuencia de un cambio climático que no se va detener, todo lo más mitigar, ya que las grandes potencias extraeuropeas son totalmente irresponsables y prefieren ahogar a sus nietos que privarse ahora de algunos bienestares y dineros. Santoña será una isla. El Asón desembocará a lo bruto al desparecer el puntal laredano y subir el nivel. Si se quiere evitar esto por toda la comunidad, habrá que aprender de los holandeses y empezar a construir un sistema de diques para proteger las 'lowlands'. El Sardinero será muy diferente: la línea de defensa que baje desde Las Brisas hacia Mesones deberá hacer recrecidos, y quizá el paseo marítimo deba situarse donde hoy está la estación intermodal de autobuses, debidamente protegido.
La Cantabria de ese año tendrá un aspecto humano bastante diferente al actual. La mezcla étnica será mucho más visible, pues habrá venido, para cubrir los muchos huecos de nuestra recesión natalicia, una variopinta población esencialmente de África subsahariana. Ese continente será como hoy China o la India y necesitará exportar a parte de su gente joven hacia los viejos países mediterráneos (entre los que se empezarán a encontrar los países del Magreb que hoy rebosan de juventud, pero ya van entrando en otra fase de la transición demográfica). Cantabria será más parecida a lo que hoy podemos hallar en ciudades brasileñas o en la propia Lisboa. No hay problema, pues, como bien se sabe, todos venimos de África, la única diferencia ha sido el 'timing'.
El paisaje mostrará algunos hitos señalados, con muchos más aerogeneradores tanto en tierra como en la plataforma marina, y con todas las viviendas dotadas de techos solares y buenos sistemas de aislamiento. Los vehículos serán eléctricos y en gran parte conducidos robóticamente, mientras el usuario se entretiene escuchando música o leyendo, si es que para entonces alguien lee algo. En transportes públicos habremos mejorado mucho, porque ya no fallará la catenaria del tren con la meseta y estará a punto de inaugurarse el tren de levitación magnética Santander-Bilbao con parada en todos los pueblos; o a punto de licitarse el estudio informativo, vaya, ¿qué más da?
Lo más difícil es imaginarse Valdecilla para entonces, porque la medicina avanza con mucha rapidez. Posiblemente la esperanza de vida se sitúe entre 100 y 110 años, por lo que será una faena que te dé un jamacuco en un monte de Liébana a las 12 de la noche si solo tienes 70 años, un auténtico chaval. Un hospital será como un taller de reparaciones celulares. Habrá que ir todos los años a pasar la ITV, nos someterán a los tratamientos prescritos, nos cambiarán las partes deterioradas por otras impresas en 3D, y saldremos curados y con el certificado de garantía por un año. El médico ya no necesitará ojo clínico: se someterá al paciente a un multiescaneo y a una toma automatizada de muestras, todo lo cual dará un informe completo en media hora. Además, te olfateará un perro por si acaso.
Las vacas serán ordeñadas y pastoreadas por robots con boina y albarcas. Los montes de eucalipto y las simas antemesetarias habrán sido reemplazados por cultivos de terraza para hortalizas genéticamente modificadas o incluso arroz, porque va a llover un montón con el deshielo ártico. Gran parte de la región será Parque Nacional, y cada bicho protegible llevará un chip que convertirá su conducta en frases claramente audibles en castellano e inglés: «Estoy enfadado», «I am an angry bird», «busco novia», «te voy a comer», «¿has visto mis gafas?», «¿eres de la Consejería?».
Drones de gran capacidad utilizarán los pasillos aéreos definidos por AENA en zonas pobladas para hacer repartos y entregas. Los profesores grabarán en realidad virtual sus lecciones, que estarán a disposición de los estudiantes que no lo hayan entendido a la primera. Mediante estimulación neuronal, se podrá dominar en muy pocos meses un instrumento musical, como el pito o el tambor, y una técnica de artes plásticas. En cuanto a los periódicos, las pantallas flexibles de grafeno y amigas del ojo harán las veces, e incluso se podrán desplegar en formatos mayores si hace falta. Lo dejamos aquí, que la ciencia-ficción es como el halago: lo mucho cansa.
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Ana del Castillo
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