El abogado del 78

Aquel domingo, el filósofo, en vísperas de la aprobación de la Constitución, constata que hay menos fervor y alegría que siete meses antes, cuando los españoles se sumaron en unidad pacífica a la experiencia. Reclama que se mantenga aquel espíritu y se acometan grandes reformas, sobre todo económicas (de ahí un llamamiento paralelo al PSOE y a los capitalistas). El diario 'El Sol' dedicó el martes siguiente a Ortega un enciclopédico despliegue. También publicaba un artículo del cántabro Luis Araquistáin sobre las anécdotas del debate constitucional, portadoras de «alguna enseñanza en el arte de la transigencia» (que él mismo olvidó rápidamente). Y se publicaba asimismo un discurso del socialista Indalecio Prieto: aunque aquella república no era la que ellos querían, había que defenderla participando en el gobierno.

(Nota local en 'El Sol' de ese día: la opinión pública santanderina, «disgustadísima» con las gestiones del alcalde en Madrid sobre el palacio de La Magdalena. «Se cree que es una equivocación y costaría mucho dinero al Estado el dedicar el palacio a residencia de estudiantes extranjeros. La población vería mejor que pasara a propiedad del Ayuntamiento»).

La Constitución del 78 corrigió conscientemente defectos de la del 31: mejor diseño del estado autonómico; recuperación del Senado como cámara de segunda reflexión; reducción del Jefe del Estado a función simbólica; establecimiento claro de un Tribunal Constitucional para garantizar derechos. Un abogado del 78, pues, debe justificar la santidad de al menos estos puntos, que son la diferida Rectificación. Feliz día de la Constitución