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El titular reza como la popular frase de la serie 'Juego de Tronos', pero en este caso pretende describir una situación más real e incluso más preocupante, pues nos afecta directamente. No nos cabe duda de que nos encontramos en un momento económico complicado, ya ... que han coincidido muchas perturbaciones que limitan el crecimiento y ponen en riesgo la tan ansiada recuperación después de la situación de crisis sanitaria derivada en crisis económica y, con ello, la necesaria recuperación del empleo.
De esta manera, el punto de partida fue un retroceso intenso del PIB, especialmente el español, tras las duras restricciones que se impusieron en los momentos más duros de la pandemia. De esa caída todavía no se ha llegado a recobrar en nuestro país, y parece que no lo hará hasta bien entrado el año 2023, más hacia el final que al principio, siempre que no se complique más el escenario económico, que parece que sí que se complicará. En caso de un empeoramiento de las previsiones actuales, el recobrar el nivel de actividad anterior a la pandemia, en términos constantes, podría demorarse mucho más.
Desgraciadamente, esas nuevas eventualidades en forma de importantes turbulencias económicas han llegado: una escasez de oferta por problemas en la producción, un atasco de los suministros y unos precios energéticos disparados, derivados del incremento de la demanda... pero, sobre todo, de la reducción de la oferta por prescindir de unas fuentes de energía sin haber encontrado otras que las sustituyan y sean abundantes, eficientes y asequibles. Lo de siempre: dejar los deberes para el último día. Es decir, una política energética europea errónea que ahora parece que quiere rectificar. O vamos hacia una política energética racional, que apueste por la nuclear y el gas, especialmente el fracking (en otras circunstancias ni se plantearía en nuestro país), como componentes esenciales de la oferta energética, al menos, en una transición, o los problemas empeorarán.
Todo ello está llevando la inflación a niveles no vistos desde hace muchísimos años con una pérdida importante de poder adquisitivo por parte de los agentes económicos y a una disminución de la competitividad de las empresas. Ese incremento de los precios, que no sucedía desde hace tantas décadas, se ha producido en Estados Unidos, en Europa, y de manera muy acusada en España, que ya marca dos puntos más de inflación que la media de la eurozona.
Para combatir la inflación -cosa necesaria pues, si no, su efecto será muy nocivo para la economía-, los bancos centrales han comenzado a aplicar una política monetaria restrictiva y a drenar, así, liquidez, con lo que ello implica: una subida de los tipos de interés.
Ello provocará -ya está provocando- un encarecimiento de la financiación, tanto de empresas como de familias, con especial intensidad en las que, de estas últimas, tienen una hipoteca a tipo variable. Eso hará que tengan que destinar más recursos para el pago de sus hipotecas y menos para el consumo. Al consumir menos, las empresas tendrán que disminuir su producción. Al disminuir su producción, necesitarán a menos trabajadores aumentando el paro. Y con el aumento del paro, aumentará el gasto y caerán los ingresos. Es decir, el panorama se vuelve muy complicado ya que todo parece indicar que vamos hacia un otoño económico muy difícil.
De esta manera, la mayoría de los expertos hablan de recesión en el primer trimestre del 2023. Esta se caracteriza por el empeoramiento de la economía durante al menos dos trimestres consecutivos. Suele conllevar una disminución del consumo, de la inversión y de la producción de bienes y servicios. Lo cual provoca, a su vez, que se despidan trabajadores y, por tanto, aumente el desempleo.
La estanflación produce el empobrecimiento de la población y dificulta la salida de la recesión. Dicho con otras palabras, hace más difícil que los gobiernos y bancos centrales adopten medidas efectivas para corregir la situación, pues ante estas situaciones los bancos centrales suelen actuar bajando los tipos de interés y, como podemos ver ,está sucediendo al contrario ya que están subiendo tipos. Pero ante ese tipo de actuaciones existen muchos críticos pues argumentan que son precisamente estas bajadas de tasas de interés durante tiempo prolongado las que sobre-estimulan el consumo y el crédito, aumentando considerablemente la inflación y obligando de nuevo a los bancos centrales a subir las tasas de interés, provocando de nuevo una recesión económica. En definitiva, como en la fábula de la cigarra y la hormiga, la cigarra era feliz disfrutando del verano: el sol brillaba, las flores desprendían su aroma... y la cigarra cantaba y cantaba. Mientras tanto, su amiga y vecina, una pequeña hormiga, pasaba el día entero trabajando, recogiendo alimentos. ¿Qué elegiremos ser, hormiga o cigarra?
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