Secciones
Servicios
Destacamos
Se van los Capuchinos de Santander por falta de vocaciones, y el vacío que dejan lo quiero llenar de cariño y agradecimiento. Desenvuelvo la caja del recuerdo, que no me falla y viene muy bien en estos momentos.
En un principio se les ... llamó los 'Padrucos'. Me veo corriendo por la calle Castelar, y es que a lo lejos aparece el padre Serafín o el padre Laureano de las Muñecas, y las niñas de entonces corríamos para besar el cordón de los padres Capuchinos. Además de las indulgencias, el padre Laureano tenía para nosotras el prestigio de un apellido que entraba en nuestros sueños como si hubieran llegado los Reyes Magos. Su sonrisa le acompañaba siempre. Nos quería a todas las niñas de Castelar, y no era más que una respuesta a una acogida especial. Decíamos: «Por ahí viene el padre de las Muñecas», y corríamos igual que si se tratara de un miembro de la familia. Supongo que los niños también captaban su simpatía y su santidad, porque el capuchino siempre avanzaba rodeado de los castelarienses que habíamos dejado de jugar.
El padre Serafín nos dejaba un rastro de santidad. Mayor y bondadoso, todas sus palabras sonaban a 'Gloria in excelsis Deo'.
Imborrable la presencia del padre Fermín, que vivió hasta el 25 de enero de este año y supo comunicar el sentido espiritual de la existencia.
Hay otro recuerdo que brilla en nuestro pasado. El 2 de octubre de 1981 se celebró en la iglesia de los Capuchinos el funeral por José Antonio Lamelas, nuestro padre, que estuvo tan presente en la vida de sus diez hijos. Y digo presente porque supo dar un ejemplo que nos servía para actuar en los grandes momentos. Ya se encargaba nuestra madre de recordarnos su rectitud y amor al trabajo.
-Cuando llegue vuestro padre de Valdecilla, que vendrá agotado, espero que no sigáis discutiendo.
Y crecía un silencio ejemplar entre nosotros cuando se oía el llavín paterno en la puerta de Castelar, 3, primero izquierda.
No puedo olvidar la voz bien timbrada de Fidel Sánchez Pego, que cantó el 'Panis angelicus' de César Franck desde el coro de los Capuchinos en el funeral de nuestro padre. Fue una comunicación directa con el «más allá». Nos acercó al cielo prodigiosamente.
Los que vimos construir el edificio del convento y la iglesia de los Capuchinos, vamos a añorar a quienes durante tantos años transmitieron la palabra y el amor de Dios a los santanderinos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.