El adiós a las mascarillas

Al final, es claro decir que han cubierto una necesidad de forma eficaz, la entrada del virus son las vías respiratorias, de aquí que todo que sea cuidar su ventilación, sea de gran utilidad por la eficacia.

Hoy, después de años, se dice pronto, han cubierto su uso, la epidemia parece que se ha atomizado, los inmunizados somos la gran mayoría, unos por la vacunación y otros por contagios, y no parece que sean necesarias, por ello se ha tocado a arrebato, fuera las mascarillas, a verse las caras, a sentirnos más nosotros con los demás, a reconocernos frente al espejo, al abrazo que se quedo en el camino, a la mirada limpia y cercana, por fin se retiran, con excepción, siempre hay excepciones, de aquellos lugares cerrados o con posibles habitantes inmunodeprimidos, centros sanitarios, farmacias, y residencias de mayores.

Los colegios son lugares abiertos, tanto las aulas como los espacios de recreo, amén de que las mascarillas en estos momentos, sirven en ocasiones de objeto juego, evitan además verse la cara, los gestos y la evolución de los mismos, aspecto esencial en el desarrollo de los niños, donde los cambios son permanentes e inmediatos, ábranse todos los espacios, explíquese correctamente como ocurren los contagios, y a jugar, que es tanto como decir ¡a vivir!.

Por la calle la podrá llevar quien quiera, no está prohibida, y será bienvenida en personas enfermas y mayores. Algo parecido ocurrirá en las empresas, cuya función se desarrolle en lugares cerrados.