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Hoy quiero hablar sobre tópicos que damos por sabidos y algunas de sus consecuencias: hemos asumido que la ingeniería y el humanismo son disciplinas contrapuestas, que nada hay más alejado del humanismo que la ingeniería y que ingenieros y humanistas son y serán siempre 'enemigos' ... de forma irremediable.
Así, enlazando con el tópico, se asume que los ingenieros no leen libros, no tienen cultura, no saben de historia, ni de arte o geografía y menos aún de filosofía, filología, periodismo, o de psicología. También se asume que las leyes y los procedimientos administrativos y judiciales son un terreno vedado a los tecnólogos.
Como mucho, los ingenieros saben algo de economía de empresas, pero nada de macroeconomía, de sociología ni de política. Se ha generalizado la idea que la ingeniería no es empática, no comunica y que 'esas gentes' están en 'sus cosas', en su burbuja técnica, jugando con 'sus maquinitas'.
La otra cara del tópico es que los humanistas son de letras: no saben de números ni de fórmulas matemáticas... ni quieren saber. Así, tratándose de física y de química, para los juristas, maestros, periodistas y pedagogos es lo mismo la física cuántica que la mecánica newtoniana. Es lo mismo la escala atómica, medida en nanómetros o amstrongs que la escala milimétrica. Es lo mismo un billón europeo que un 'billion' estadounidense. Un algoritmo es algo así como una fórmula de druidas y brujos y un chip electrónico es como una pócima de brujería que hasta se puede inyectar en el cuerpo para dominar la voluntad de la población. Lo comento con pena porque con estos tópicos consolidados así nos va: unos contra otros, conmigo o contra mí. Yo no te comprendo, no te entiendo, no tienes razón, mientes, te odio, te voy a destruir.
Durante el siglo XX se exacerbó la dicotomía entre ciencias y letras, con un 'enfrentamiento' entre el humanismo y la ingeniería. Pero esto no ha sido siempre así, de hecho, hasta la Real Academia en su segunda acepción define cultura como el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc. El desarrollo científico e industrial son cultura y por ejemplo quiero recordar que el ingeniero José de Echegaray recibió el premio Nobel de Literatura y fue uno de los principales contribuyentes a los fondos de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales que se había creado en 1847. Resultó entonces que la literatura y las ciencias fueron compatibles.
Cada vez que emerge una tecnología, ésta se convierte en una amenaza. Ahí están los luditas que acechan agazapados y a las primeras de cambio se abalanzan contra las fábricas y laboratorios para quemar los telares, como al inicio del siglo XIX en Inglaterra. También se inventan cualquier patraña para disuadir a la gente. Así puedo por ejemplo recordar la campaña contra las antenas 5G, a las que se les culpaba de todo y había que quemarlas o los mensajes trasmitidos contra la vacuna del covid porque te inyectaban un chip para controlarte... ¡Qué se yo!
Otra consecuencia del preocupante desconocimiento sobre números por parte de gentes muy ilustradas lleva producir quejas desaforadas sobre el importe de presupuestos en los que gastan billones de euros.
El problema es que suele haber errores por no haber sabido distinguir entre un 'billion' inglés norteamericano que es 1.000 veces más pequeño que un billón español y una traducción directa al español o al francés provoca errores de bulto.
Otro ejemplo que me resulta sorprendente es la confusión entre las micras con los nanómetros, estos últimos 1.000 veces más pequeños.
Este error ha llevado a políticos y directivos a confundirse y pensar que, dado que en los años 90 en España se fabricaban chips con pistas de tamaño de micras, ahora estamos capacitados para hacer lo mismo con chips de unos pocos nanómetros, lo cual estamos muy lejos de poder realizar. Pensemos que el mejor filtro quirúrgico o industrial deja pasar partículas de 300 nm de tamaño.
Y se genera expectación de inversiones anunciando 12.000 millones de euros para el PERTE del chip, se ahonda en el error y los políticos se sorprenden de que no se logre avanzar en convencer a fabricantes para invertir en España.
La democratización del uso de la inteligencia artificial con aplicaciones como ChatGPT y sus derivados en Microsoft y muy pronto con BARD-LaMDA de Google o LLaMA de Meta están posibilitando la 'programación' de tareas y trabajos muy sofisticados que hace bien poco requerían grandes equipos de programadores, de escritores, de juristas o de creativos. Muchos trabajos van a cambiar. Muchas tareas van a desaparecer.
Utilizar estas nuevas herramientas va a ser tan necesario como ahora lo es escribir en un teclado físico o virtual. El uso de las sofisticadas utilidades tecnológicas será mas fácil, más sencillo y más intuitivo que lo que ahora es, por ejemplo, poner en negrita una frase con un procesador de textos de un móvil.
Pero será necesario, ya lo es, tener una buena capacidad de expresión del lenguaje oral y escrito y de componer frases y órdenes ('prompt') con una estructura y un conocimiento del dominio sobre el que se quiere utilizar: sea éste el escribir una demanda jurídica, crear una imagen, producir un vídeo o programar una hoja de cálculo. Ingeniería y Humanismo se necesitan. En realidad, son lo mismo.
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