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El precio de la luz ha tenido gran protagonismo en los telediarios y titulares de prensa durante el año 2022. Hace un año se había incrementado el precio diario de la electricidad un 800% respecto a 2020. Ahora el incremento es de tan sólo de ... un 350%.
Se nos habla de la gran complejidad del mercado eléctrico y de la dificultad para cambiar los procesos y las normativas que logren un mercado más eficiente.
La realidad es que, desde la liberalización del mercado eléctrico en 1998, los avances han sido muy escasos y el precio minorista para el usuario final ha crecido un 200%. Si lo comparamos con el coste de las telecomunicaciones, que también fueron liberalizadas en 1998, éstas han bajado su precio medio un 26% respecto a los precios de 1998 (fuente INE).
Una simple experiencia personal que muestra el desequilibrio entre los beneficios de estos dos servicios es la revalorización de unas pocas acciones que heredé de mi padre, unas de Telefónica y otras de Iberdrola: mis acciones de Telefónica, antes conocidas como 'matildes' han perdido un 43% de su valor, mientras que las eléctricas han subido un 489%. Como pequeño accionista eléctrico puedo estar contento, pero como cliente eléctrico no lo estoy en absoluto.
El suministro de la electricidad está dividido en tres actividades principales: generación, transporte más distribución y comercialización. La primera y la tercera están liberalizadas, la distribución eléctrica no lo está.
Haciendo un símil con el transporte de viajeros por carretera, estarían liberalizados la producción y el servicio de autobuses, pero las carreteras y calles siguen reguladas bajo control del Estado.
Esta división tiene bastante sentido porque así se evita la construcción en paralelo de redes eléctricas redundantes, algo que en telecomunicaciones no se ha evitado dado que en ese caso todo está liberalizado.
En el caso de la electricidad la división de actividades con separación real de intereses parece que está mal ejecutada. La distribución eléctrica en España está en manos de cinco grandes empresas, cuatro en realidad, ya que dos de ellas pertenecen al mismo grupo. Y cada una de ellas son propietarias a su vez de empresas comercializadoras, tanto para el mercado libre como para el mercado regulado.
La mezcla que se produce de distintos intereses pudiera ser el germen de muchas ineficiencias de mercado, tal y como señaló hace poco Cati Fernández, brillante presidenta de la CNMC (Comisión Nacional de Mercados y Competencia) en el Club de Encuentro en Valencia.
Yo mismo he sido víctima, lo estoy siendo aún, de un 'notable mareo burocrático' eléctrico para tratar de resolver dos casos: en uno he intentado disminuir la potencia contratada y en el otro un error reiterado de lectura de contador. Las dos incidencias se han producido en puntos de suministro eléctrico distintos: uno en Valencia y el otro en la bella ciudad de Santander.
Se trata de dos empresas distribuidoras a las que señalo por su comportamiento burocrático porque percibo que actúan compinchadas con sus respectivas empresas comercializadoras de los mismos grupos empresariales.
Llevo sufriendo y 'peleando' con llamadas a los cuatro centros de 'atención a cliente' (dos de las distribuidoras y dos de las comercializadoras) desde el mes de diciembre.
Soy sistemático y persistente en mis gestiones, créanme: anoto con cuidado fecha y hora de mis llamadas, el nombre de la persona que me atiende, lo que me dice que ha escrito en su base de datos y lo que se ha hecho. Y lo hago con la mayor empatía, porque soy consciente de que muy a menudo esos operadores me quieren ayudar.
Pero el 'sistema' o el 'procedimiento' de la empresa les impide llegar más allá de su estrecha misión como parte del 'aparato monopolístico'. Recordemos que para la distribución eléctrica estamos cautivos de la empresa que tiene la red en nuestra zona. A veces he pedido al operador hablar con la persona responsable. Nunca lo he conseguido. Me remiten al departamento de Calidad de su empresa.
Estamos en sus manos. Las asociaciones de consumidores como la excelente AVACU y la CNMC deberían echar un ojo a este asunto que nos desespera y cuyas ineficiencias producen sobrecostes al usuario. Percibo que es una conducta generalizada con los clientes y especialmente con ese grupo de generaciones Silver que señalé hace unas semanas en estas mismas páginas.
Además del sobrecoste que se produce por el enrevesado sistema de fijación de precios en el mercado mayorista que se trasladada al usuario, tenemos por añadidura un laberinto administrativo que, de forma silenciosa, engorda los bolsillos de directivos avariciosos. Porque según se ha sabido ese 'maná' de beneficios llega con mucha escasez a los empleados de a pie en las empresas eléctricas.
Denunciado queda aquí ese laberinto eléctrico.
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