Adviento

Anima ver, hace unos días, en estas páginas de El Diario, un titular: «Los niños son protagonistas en Navidad». Ochocientos niños de quinto curso de Primaria, trabajando en equipo, además de editar un cuento alusivo a las celebraciones navideñas, van a elaborar las figuras que iluminarán nuestras plazas y calles. Varias empresas y grupos patrocinarán estas actividades, entre otros el propio Ayuntamiento, El Diario, Grupo Gof y Aldea del Talento. Con el panorama que tenemos esto es esperanzador. Por desgracia, desde hace unos años una corriente laicista trata de ir eliminando el sentido religioso de la Navidad en nombre de una mal entendida libertad de cultos y de conciencia. Es cierto que la religión no debe ser impuesta por un Estado, pero éste, sí reconoce una religión mayoritaria profesada por los ciudadanos, en consecuencia debe facilitarles los medios para que los padres puedan elegir las enseñanzas que crean más conformes a sus principios éticos. ¿Es qué podrán llegar a impedir que sean concertados los colegios que enseñen la doctrina cristiana si los padres lo desean para sus hijos?

Ya no se trata de tener más o menos Fe. En la intimidad de la religión importa más nuestra actitud ante la vida que las creencias en una mito-teología, al fin y al cabo, si no hay fe, serían simples especulaciones humanas sobre el Evangelio. Jesús dijo bien claro que su reino no era de este mundo, y ahí están las Bienaventuranzas. Quizás no hemos sido muy ejemplares los cristianos trasmitiendo el mensaje de Cristo. Aunque moviéramos montañas –San Pablo dixit– ¿de qué nos vale si no tenemos amor? Sin duda, a lo largo de veinte siglos, la humanidad cristiana, tanto eclesiástica como laica ha tenido errores y flaquezas, pero reconozcamos la impronta universal del cristianismo en toda su grandeza. Entre el temor y la duda, Adviento es luz y esperanza. ¿Hacia dónde va España? Solo Dios lo sabe, porque el Sr. Sánchez, como siempre, lo ignora. Eso es lo malo.