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La oposición, es decir, la derecha, el centro y Vox, van a conducir por el arcén de la política en los próximos meses. La autopista es para Sánchez, los secesionistas catalanes, los medios afines, Podemos y, en menor medida, PNV, Bildu, Teruel, canarios y otros ... apoyos de la investidura. La autopista es la agenda. La agenda política. En términos académicos, es el conjunto de temas que constituyen el orden del día, las prioridades, el plan de acción del Ejecutivo. Y que van a configurar la opinión pública dominante. El control de la agenda es un elemento básico para hacer gobierno y para hacer oposición. En la pugna por el control de la agenda el equipo de Sánchez ha marcado ya el primer gol adelantando los consejos de ministros a los martes para que sus mensajes no se pierdan en los telediarios del fin de semana sino que tengan cuatro días por delante para entrar en las tertulias y los consejos de administración. Además, dará largas al control del Gobierno de los miércoles.
El segundo gran agitador de la agenda va ser el independentismo. Ya ha conseguido inaugurar el curso con la cumbre Sánchez-Torra en su propio terreno. A la espera del desenlace del entuerto de la inhabilitación. Al tándem Sánchez-Ivan Redondo les va a costar lo indecible ganar ese pulso. Ese combate sí les quitará el sueño. No Pablo Iglesias y los suyos, como decía en campaña el presidente. Porque Podemos da toda la impresión de que va a pelar poco por controlar la agenda. Se dedicará a sus entrevistas en laSexta y sus temas preferidos (social-igualdad-género, franquismo). Y poco más. No son enemigo.
El PNV y Bildu ya han hecho un intento de meter en la agenda el tema del acercamiento en bloque y sin contrapartidas de los presos de ETA al País Vasco, pero de momento parece que sin mucho éxito. La «agenda vasca», como dice Esteban, irá en el vagón de cola. ¿Y la oposición? En principio sufre el hándicap de la división. Ya se ha visto el desvarío con el que se ha sacado a pasear el asunto del 'pin parental'. Para eso mejor no salir en la agenda. Pero el problema esencial de la oposición es su carencia de grupos de presión que puedan obligar al Gobierno a salirse de su guión. Anda además escasa de medios de comunicación favorables, tiene nula capacidad de movilización en la calle, con excepción de puntuales exhibiciones de bandera, y escasos altavoces empresariales, intelectuales o profesionales con potencia para que a Sánchez se le mueva la ceja. Y poco altavoz en las redes. En Francia la oposición se ha inventado el movimiento (acéfalo) de los «chalecos amarillos», que han servido para desgastar a Macrón, pero no lo rentabiliza ni la izquierda ni la derecha. Parece que Vox jugará a construir su propia agenda para reforzar su electorado y el PP a esperar el fallo de Sanchez o a reaccionar a las iniciativas del Gobierno cuando ya esté todo el bacalao vendido. Eso no es mandar en la agenda, es conducir por la vía de servicio.
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