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Sí, nuestro himno de Cantabria agoniza, porque nuestro presidente lo está asfixiando premeditadamente. No le gusta y no lo quiere. Así lo viene confirmado en repetidas ocasiones públicamente desde hace años. No obstante, todos recordamos que cuando era un simple soldado raso político, cantaba con ... euforia por doquier «su» 'Cantabria querida...'. Hoy, que ha ascendido a general, lo repudia por un antojo dictatorial sin fundamento legal alguno. Y digo dictatorial porque la ruleta de la suerte lo ha subido al carro de la fama, y tal vez, con ese tufillo de poderío que acarrea la vanagloria de recorrer los platós televisivos, con sus ocurrentes discursos, se crea con derecho a imponer su voluntad. El himno de Cantabria tiene un calado social, cultural y moral, muy profundo tras 92 años de andadura, porque expresa el sentir y la idiosincrasia de todo el pueblo cántabro.
La ley de Cantabria 3/1987, por la que se establece el himno de Cantabria y se regula su uso, no solo no se ha cumplido jamás, sino que se halla plagada de falsedades, por lo que debe de ser corregida y ejecutada conforme a derecho o derogada para establecer otra nueva con un nuevo himno, no a gusto y medida del capricho de un político sino como el pueblo, a través de sus representantes, lo establezca.
No tengo ningún interés en que el actual, del maestro Guerrero con mis arreglos, se ratifique o se elimine. Pero sí exijo que cese el vergonzoso desbarajuste reinante. Usted, señor presidente, a estas alturas debiera saber ya que jamás se ha cumplido dicha ley, que además, fue dictada infringiendo frontalmente el artículo 7 de la entonces vigente ley de la propiedad intelectual, de 1879, por lo que, según el artículo 6.3 y 6.4 del Código Civil, la ley en cuestión es, presunta mente nula de pleno derecho.
Así lo expresó la propia María Pilar Guerrero, en una carta dirigida desde Madrid al entonces presidente de Cantabria con fecha 20 de marzo de 1997 con estas palabras: «Soy la hija del fallecido Maestro Juan Guerrero Urresti, autor de la música y la letra del himno a la montaña, al que esa Diputación convirtió en himno oficial de Cantabria mediante ley el 6 de marzo de 1987, según aparece en la fotocopia que se adjunta. Así mismo, la consejería de Presidencia convocó un concurso para su orquestación y adaptación, con fecha 8 de mayo del mismo año, de la que también se acompaña fotocopia. Todo ello fue realizado sin el consentimiento expreso de sus legítimos herederos, mi hermano Juan Antonio y yo, por lo que su validez es nula ante la ley. Hemos sabido que, tras quedar desierto el referido concurso, se realizaron diversos arreglos, algunos privados y otros de modo oficioso, como los de los señores Samperio y García Román, la de este último estrenada el día 20 de agosto de 1988 en la Plaza Porticada de Santander, por deseo expreso de la Consejería de Cultura de la Diputación Regional de Cantabria, según las declaraciones del señor Ocejo, director del Festival Internacional de Santander, en el diario 'Alerta' el 24 de agosto de 1988. Todo ha ocurrido sin el más mínimo respeto a la partitura original de nuestro querido padre, y sin contar con nuestra aprobación, lo que supone un atropello flagrante a nuestros derechos. Si en el plazo de un mes, a contar desde el recibo de esta carta, no tengo noticias suyas, entenderé que el asunto no es de su interés. Agradeciéndole la atención que preste a esta comunicación, en espera de sus noticias, atentamente le saluda». Esta carta no recibió respuesta. Al mes siguiente, abril de 1997, María Pilar y yo, tuvimos una entrevista con el Consejero de Cultura y éste se lavó las manos. Días más tarde, y a mis espaldas, la señora Guerrero solicitó una entrevista al presidente regional, de forma personal y agresiva, forzando su recibimiento. Pero el presidente, con razones contundentes, le selló la boca para siempre. A partir de aquí, María Pilar Guerrero no quiso saber nada más de sus derechos sobre el himno, abandonándome a mi suerte. Todo lo que ha ocurrido desde esa fecha hasta hoy con el himno de Cantabria es, además de ilegal, indigno y vergonzoso. El último disparate lo constituye hoy el 'Viento del norte'.
Usted, señor presidente, que sin pelos en la lengua ha denunciado tantas infracciones a las leyes, debe asumir esta crítica y obrar en consecuencia, según esta popular sentencia: «No se mide la grandeza / de un hombre por sus honores, / sino cuando con nobleza / reconoce sus errores».
Espero de su nobleza, que reconozca sus errores y que el Parlamento de Cantabria también rectifique, porque es de justicia.
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