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El misil que en la noche del martes impactó en suelo polaco y causó la muerte de dos personas fue probablemente lanzado por el sistema de defensa ucraniano contra algún proyectil ruso de entre los muchos dirigidos ese día por el régimen de Putin. El ... Gobierno polaco no tuvo que reclamar la aplicación de los artículos 4 y 5 de la Alianza Atlántica al descartarse con prontitud que se tratara de una agresión deliberada por parte de Moscú coincidiendo con la reunión del G20 en Bali. Una cita en la que los países económicamente más poderosos del mundo se habían pronunciado contra las amenazas del Kremlin. Especialmente, frente a sus anuncios de un posible apocalipsis nuclear.
Pero tan grave incidente no solo obliga a afrontar los riesgos de conflagración que entraña la invasión rusa de Ucrania, aunque la OTAN concluya que Moscú no tiene planes de atacar a los socios atlánticos. Los combatientes siguen muriendo a cada minuto y los civiles ucranianos se convierten en objetivo a batir a distancia cada vez que las tropas rusas retroceden o se estancan. El portavoz de Putin elogió ayer la templanza de Estados Unidos a la hora de gestionar la crisis frente a la «histérica» reacción de Polonia en un nuevo intento de ningunear a un país europeo que sigue considerando parte de su órbita y de su entorno de seguridad. Lo peor del 'efecto vacuna' que puede inocular lo ocurrido la noche del martes es que acaben pasando inadvertidos los misiles que Moscú dirige contra la población ucraniana a medida que las fuerzas rusas se ven obligadas a retroceder y, paralelamente, cobran fuerza las expectativas de un final dialogado de la guerra.
La llegada del invierno hace temer que el Kremlin continúe ensañándose con sus oleadas de misiles para someter a los ucranianos a meses de intenso frío, oscuridad y destrucción, como un paisaje fatídico ante el que los aliados occidentales tiendan a encogerse de hombros. Al tiempo que pone en evidencia la renuencia atlántica a declarar Ucrania como zona de exclusión aérea, asumiendo que ello comportaría escalar en el conflicto. No es suficiente con concluir que, en última instancia, el misil ucranianio caído en suelo polaco es consecuencia de la obsesión agresora de Putin. Es imprescindible advertir que Rusia no puede hacerse valer de tales ataques como si fuesen bazas negociadoras y redoblar la ayuda a la población ucraniana hasta que llegue la primavera.
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