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La utilización por Cantabria del agua del pantano del Ebro nos es regateada por unos y otros, a pesar de estar éste situado en ... su mayor parte en territorio cántabro y de que su construcción supuso la desaparición de algunos de nuestros pueblos que fueron por él engullidos. El 7 de junio de este año leíamos en El Diario Montañés que la Chunta Aragonesista ha presentado una reclamación en el Senado para que el Gobierno central renuncie al proyecto de transferir del Ebro a Cantabria 4,99 hectómetros cúbicos, ya que, alega la Chunta, «no existen razones objetivas que lo justifiquen». A este rechazo se ha sumado el propio Gobierno de Aragón, quien se opone a que dicha cantidad se sume a los 18,6 hectómetros que tiene reconocidos nuestra región.
El 22 del mismo mes, en un artículo publicado en el mismo periódico, Kalin Nikolov Koev explicaba que la construcción del embalse supuso la expropiación de 6.200 hectáreas de terreno y 400 viviendas inundadas bajo sus 541 hectómetros cúbicos de agua, lo que permitió suministrar el preciado líquido, aguas abajo, a todos los canales de riego del tramo medio del río: Lodosa, Tauste e Imperial de Aragón. Posteriormente, continuaba, para posibilitar el aprovechamiento parcial de sus aguas por Cantabria, se han construido dos bitrasvases, el primero, el Ebro-Besaya, inaugurado en 1982, y el segundo, el Ebro-Besaya-Pas, ambos reversibles, lo que permite devolver agua al pantano cuando hay sobrante en los ríos con los que aquel está conectado.
Ante las irracionales exigencias de Aragón, ¿qué hacer? Quizás lo razonable fuese proponer que cada comunidad cobrase o pagase una cantidad por cada metro cúbico de agua que aportase al río o utilizase de este, midiendo para ello lo que entra por el límite comunitario y lo que finalmente sale por el otro extremo. Claro, que con este sistema, ¿dónde quedaría la cooperación interterritorial? Pues arrumbada y desaparecida. Pero, ¿es lógico que haya comunidades tan egoístas, como sistemáticamente han demostrado Aragón y Cataluña, con el agua del Ebro, al que consideran exclusivamente suyo, negándose a que del mismo se puedan beneficiar otras regiones que necesitan este agua para generar riqueza y trabajo -como se hubiera conseguido con el trasvase del Ebro que Zapatero, en un alarde de irresponsabilidad, derogó tan pronto llegó al Gobierno-, prefiriendo que periódicamente su agua se pierda en el Mar Mediterráneo, luego de dejar por el camino graves inundaciones, con las cuantiosas pérdidas económicas que las mismas suponen?
Un antecedente que afecta a nuestro pantano es la Ley 7/1981, reguladora del canon sobre la producción de la energía eléctrica, la cual, en su artículo primero, crea un canon sobre la producción de la energía eléctrica como recurso económico para las Corporaciones Provinciales, el cual se dedicará preferentemente al desarrollo y mantenimiento de las infraestructuras de las zonas afectadas por la implantación de centrales de carbón, hidráulicas o energía nuclear, cuyo importe total, según establece su artículo octavo punto uno, se distribuirá en función de la potencia de las instalaciones anteriormente citadas de cada provincia. Al tramitar el proyecto de ley en el Congreso de los Diputados se puso de manifiesto un problema importante para nuestra región, cuál era que el pantano del Ebro, por sus características, carecía de una central hidráulica asociada al mismo, por lo que la entonces la Diputación Provincial de Santander en nada se iba a beneficiar de dicha ley. De ello dio la alerta un cántabro, a la sazón alto cargo en Iberduero, lo que permitió que los parlamentarios de UCD por nuestra región presentasen una enmienda que, aceptada y aprobada, resolvió tal cuestión para satisfacción de todos. Para ello, la ley de referencia, en el punto siete de ese mismo artículo, estableció que «los embalses reguladores cuya función principal sea de carácter eléctrico, y a los efectos de esta Ley, se les asignará una potencia calculada en función de su superficie, de la potencia instalada aguas abajo en las que tenga real incidencia y al caudal efectivo que aporte a los mismos, mediante la adecuada ponderación realizada por el Ministerio de Industria y Energía». Con ello, y mediante este artificio, Cantabria no quedó, después de soportar los perjuicios que el pantano del Ebro la había producido, sin unos ingresos de los que otras regiones, aguas abajo, sí se iban a beneficiar.
Es por ello que si para la distribución del canon de energía se encontró una fórmula para no dejar a Cantabria al margen del mismo no hay motivos para que ahora no se pueda obtener el compromiso del Gobierno y de los dos principales partidos nacionales para obtener un agua -muy poca del volumen total embalsado-, que necesitamos para nuestro consumo doméstico, agua que se genera y se almacena en nuestro territorio, y que además, en su mayor parte, se devolverá nuevamente allí donde se tomó.
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