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Todos hemos oído alguna vez frases como «la esperanza es lo último que se pierde» o «mientras haya vida hay esperanza», y también conocemos el mito de Pandora, de cuya caja, al abrirse, salieron todos los males que asolan la tierra, aunque sea menos divulgado, ... que en el fondo de la caja quedó la esperanza. De hecho, la esperanza es fundamental, es el motor que nos impulsa a conseguir lo que queremos y a mantenernos ilusionados con la vida. Tanto es así, que su falta aboca a la tristeza.
La esperanza cristiana «es una virtud teologal por la que se espera que Dios conceda los bienes que ha prometido».
La esperanza es una tendencia a ver las cosas deseables como posibles. Una persona esperanzada es aquella que cree que el futuro puede cambiar, que está convencida de que siempre hay soluciones. Vivir esperanzados implica, echar pasión y energía a lo que hacemos, cultivar la actitud de servir, haciendo la vida de los que te rodean más fácil y feliz. Supone conocer tus fortalezas y debilidades. Vivir esperanzado es estar dispuesto siempre a aprender y aprender.
Vivir esperanzado es descubrir oportunidades, donde otros solo ven obstáculos. Este curso te animo a vivir y reforzar tu esperanza. Y como dice el Papa anunciando el jubileo sobre la misma. «Que la luz de la esperanza cristiana pueda llegar a todas las personas, como mensaje del amor de Dios que se dirige a todos. Y que la Iglesia sea testigo fiel de este anuncio en todas las partes del mundo». Como dice Nuestro Padre San Agustín. «No hay amor sin esperanza, ninguna esperanza sin amor, ni amor ni esperanza sin fe».
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