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La herencia que nos dejó el Camino de Santiago no solo consta de su patrimonio tangible como: capillas, catedrales, fortalezas, iglesias, monumentos… etc. También está formada por tradiciones, esperanzas y vivencias. Los que hemos hecho algún tramo, más largo o más corto, solemos volver. Éste ... es mi caso, y antes de poner a prueba una vez más mi estado de forma, lo hago sabiendo que el camino «siempre te da». Con este anhelo comienzo, mostrando también algo de lo aprendido.
Si es claro que «Caminar es la mejor medicina para el hombre» (Hipócrates de Cos); verdad es que el camino empieza a la puerta de la propia casa, y es algo que no se anda, se descubre. Por otra parte, Santiago no es el fin del camino, en ocasiones es el principio. Allí se encontrará el cojo y el sano, aunque en definitiva hablamos de un proceso interior. Porque la peregrinación convierte en 'mágicas' las cosas normales. Te diré también que el hábito no hace al monje, ni tampoco al peregrino, da igual lo que uno sea en la vida, allí todos somos buscadores, indagadores y mendigos.
Mientras el turista exige, el peregrino agradece. También sabe el que camina, que cuanto más largo es el trayecto, más corto debiera ser el paso. Pienso y creo que tantas horas de silencio a todo el mundo le vienen bien. Considero que peregrinar también es rezar con los pies. Deseo dejar mi cansancio, aunque sea paradójico el precio. Busco entenderme, porque nadie se puede poner en mi lugar. Mientras vuelvo y se lo cuento, voyme cantando «Caminante no hay Camino, se hace Camino al andar», poesía de Machado, versión de Serrat.
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