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Esta semana, recuerdo no solo a mi padre, sino a todas las personas que de alguna manera han ejercido de 'padres' conmigo, aunque haya tardado ... mucho tiempo en darme cuenta de su generosidad y amor conmigo, y sea hoy cuando les doy cierto certificado personal de paternidad. De esta manera, me acuerdo de Antonio el telegrafista, nuestro casero en el Cerro de Andévalo, (Huelva), yo tendría nueve años. Él ya tenía los hijos mayores. Yo llevaba los telegramas y, sin pedirlo, me permitía quedarme con las propinas. Velaba por mí, me escuchaba, me regalaba un balón para poder jugar al fútbol en el recreo…
También pienso en mi tío Pipo. Pasé dos veranos en su casa como si fuera su hijo Vicente, quién mientras tanto estudiaba maestría industrial. Mi hermano y yo pasábamos las vacaciones en su casa llevando las vacas al prado mañana y tarde. Él hablaba con nosotros como si ya fuéramos mayores, estábamos en esa edad en la que contábamos fuera de casa lo que no nos atrevíamos a decir en la nuestra. Nos cuidó, ayudó, animó y nunca se enfadó con nosotros.
Ciertamente hoy necesitamos padres, hacen falta padres, personas que sean capaces de llevar a otras de la mano, que acepten la responsabilidad de señalar lo que está bien y lo que está mal. Hacen falta personas que lleven en brazos, que abran caminos, que marquen direcciones y que acepten las direcciones que los otros encuentren por sí mismos. Hacen falta padres, en definitiva, cuya felicidad sea la vida plena de los otros. Seas padre, lo seas 'adoptivo', y aunque no te llamen así, ¡Feliz día del Padre!
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