La historia de siempre

Las cosas no cambian si la gente que las puede cambiar no está motivada. Pero motivarla a base de consignas ambiguas o, aún peor, descalificaciones de los demás no basta. «La indignación ha estado buscando culpables en vez de soluciones». Señalar, denunciar, demonizar lo que estorba y hay que cambiar es mucho más fácil que construir alternativas.

Todos tenemos ideas para cambiar el mundo. Aunque sea de vez en cuando. Ciertamente hay una infinidad de razones y motivos para querer cambiar el mundo; construir un entorno en el que puedas ser más feliz y ayudar a otras personas a vivir mejor, tener la esperanza de que el mundo no se acabará mañana… Por eso podemos ponernos a la obra evitando los prejuicios y las etiquetas. Siendo amables con quienes nos rodean. Disfrutando del placer de dar sin esperar nada a cambio. Agradecer lo que tenemos y compartir lo que somos. Usar nuestra influencia y liderazgo para el bien. Pensar siempre antes de actuar. No conformarnos con cómo están las cosas… Evitemos con nuestra implicación, la historia de siempre.