El perchero

El perchero de mi historia se encontraba en la casa de mis abuelos. Un día, aquel mueble que llevaba setenta años en la casa fue destinado al contenedor, me crucé con él, o él conmigo, y le salvé de un desagradecido e injusto destino. Tras pintarlo, no hago más que mirarlo, me evoca a los míos, pero también me hace pensar que el año nuevo es un perchero sobre el que colocamos ilusiones, esperanzas, proyectos... El nuevo tiempo soporta nuestro futuro, basta que decidamos vestirnos con la ilusión, abrigarnos con la esperanza y lanzarnos hacia esos proyectos utópicos que no han visto todavía la luz, pero tiran de nosotros para hacerse realidad.

Por eso, si quiero cambiar mi mundo, habré de empezar por cambiarme a mi mismo. Quejarme menos. Comprometerme con causas y personas. Ser honesto y coherente. Evitar la crítica y echar una mano sin esperar a que me lo pidan. Procurar ser empático. Cuidar mi entorno. Desprenderse del «no puedo». Todos podemos ser «percheros», sustentadores de un mundo mejor. «Ama y haz lo que quieras». San Agustín.