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Opinión

La yedra y la envidia

Agustín Riveiro

Santander

Sábado, 13 de abril 2024, 07:47

Cada año en otoño, el hayedo comenzaba su muda y un desfile de colores anunciaba su próxima desnudez. El bosque de hayas cambiaba su aspecto y el verde que hasta ahora mostraba, daría paso a una nueva apariencia. Dentro del hayedo crecían también los acebos. ... Los pájaros trajeron sus semillas y con ellas un nuevo compañero para el bosque. Llegado el invierno, un haya exclamó: desearía poder hacer como el acebo, que permanece con hoja durante todo el año. Así podría mostrar siempre mi más refinada apariencia.

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