Ahogar las penas

Ahora me lo explico todo. Los gurús proyectan un escenario apocalíptico para este invierno y nosotros ya hemos encontrado la solución para combatirlo. No nos ha quedado otra: los cántabros nos hemos refugiado en el alcohol. Sí, no se escandalice y vaya echando la cuenta ... de lo que ha bebido en estas vacaciones. Y sin ir de botellón, que ya tiene usted una edad. Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación el consumo de bebidas alcohólicas en Cantabria se ha incrementado este año un 78%. Repito un setentaaa y ochooo por ciento, así que alguien ha contribuido a este incremento y no miro a nadie. Qué mal repartido está el mundo. Mientras aquí este tema por lo que se ve lo tenemos más que dominado, en Japón promueven un concurso para recabar ideas de negocio destinadas a promover que los jóvenes consuman más bebidas alcohólicas, ante el descenso de su consumo a raíz de la pandemia. Como llegue ese setentaaa y ochooo al país del sol naciente, ya veo que se nos presenta aquí una delegación nipona para ver qué hacemos para lograrlo. Y no sólo los jóvenes. Ya estoy viendo a nuestra delegación gubernamental darles la bienvenida al son de 'me embruja el murmullo del río y del monte...' para ir calentando motores. Y tras hacerles un rápido recorrido por la Cantabria cultural del futuro, ir al grano llevándoles a alguna de las numerosas fiestas, ferias, romerías, verbenas que se prodigan por estos lares. Para que contemplen lo que es comer y, visto lo visto, lo que es beber (¡78%!) con acento cántabro: «Quiero saltar de la rama de un rooblee...», a los postres. Si además de eso, ya les pones encima de la mesa esas voces pesimistas que vaticinan que en otoño e invierno vamos a ver más restricciones en el suministro de gas, que el precio del petróleo seguirá en sus trece y que, como consecuencia, la inflación no frenará, pues ya tienen nuestros invitados la explicación: no queda otra que ahogar las penas.