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¿Alarma o crispación?

Lo que no consigo entender es la intransigencia, el talibanismo y la radicalidad

Domingo, 22 de marzo 2020, 08:00

Llevamos una semana de confinamiento en nuestras casas, teletrabajando, los que podemos, y trabajando «máscara al público» todos los que, voluntaria u obligatoriamente, no tienen otro remedio, para que los demás podamos sobrellevar esta crisis. Desde luego que nos hemos alarmado con los datos de ... la incidencia del coronavirus, con su viralidad y con las medidas que todo ello ha provocado. Soy un concienciado que lleva encerrado ocho días en casa y, a decir verdad, más que por protegerme, por proteger a los que quiero y a la sociedad en su conjunto. Ahora mismo estamos sumidos en alarma sanitaria y social y, de seguir así las cosas, lo estaremos económicamente a no mucho tardar. Pero lo que no consigo entender es la crispación, la intransigencia, el talibanismo y la radicalidad, no de las medidas preventivas, sino la de las ideas, de la visión del estado de las cosas, de sus causas, soluciones, alternativas o, simplemente, de aspectos tan sencillos como el modo en que nos comunicamos. Creo que hay crispación en cuanto a la tolerancia de unos hacia las opiniones de los otros. Creo haber distinguido más de treinta visiones distintas de esta crisis y todas me parecen respetables salvo las de los que quieren imponer su criterio o descalifican el del otro. Médicos, científicos, periodistas, amigos, familiares, todos queremos opinar y me parece estupendo, teniendo en cuenta la soberanía de la potestad ejecutiva del gobierno y sus instrumentos policiales de intervención; el resto es libre como el viento. Ha habido momentos potentes de saturación de noticias, ciertas, falsas y de medias verdades. En mi smartphone he eliminado cerca de 500 imágenes en tres días; son los tiempos y quien quiera retirarse de esta voracidad informativa es muy libre de hacerlo; faltaría más. También es muy fácil saltarse toda la vorágine de mensajes, simplemente obviándolos, pero sin rechazar los mensajes de todos los bienintencionados que nos los hagan llegar; es de bien nacido el ser agradecido. Hablando de agradecimientos, el más claro y patente es el que hacemos todos los días al personal sanitario de nuestros hospitales; sois auténticos superhéroes.

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