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El pasado domingo, el escritor noruego Jon Fosse (Haugesund, 1959) recogía el Nobel de Literatura, y en su discurso de aceptación del galardón apuntaba: «Escribir salva vidas». Fosse ha escrito gran parte de su obra en la variante lingüística 'nynorsk' del idioma noruego, y, si ... no vidas, salva parte de la riqueza cultural de los pueblos. La editorial noruega que publica sus escritos, Forlaget Det Norske Samlaget, es una institución noruega con dos vertientes, la puramente literaria, y la sociopolítica, con la determinación de publicar textos escritos en dicha variante 'nynorsk', como forma de activismo cultural.
La evolución de la lengua en Noruega es por lo menos tan caótica como su propio devenir histórico. En la tan manida época vikinga, todos los pueblos escandinavos usaban un alfabeto rúnico y una lengua oral proto escandinava, con trazos de inteligibilidad entre unos y otros y una suma de variaciones regionales.
De esa época (s. IX/X) data el poblamiento noruego de Islandia, donde el idioma noruego antiguo se mantuvo inalterado en gran medida hasta la actualidad. Posteriormente, la cristianización de los países nórdicos, y sus diferentes procesos político-sociales de unificación, llevaron a la aceptación del alfabeto latino. Desde el siglo XIV, el danés se convierte en la lengua escrita oficial de Noruega, en virtud de la unión de Kalmar de 1397, el acuerdo político de anexión de Noruega y Suecia, bajo la égida de Dinamarca. Así comienza a usarse como forma culta y de las clases dominantes, en el largo proceso de modernización de la lengua.
Ya durante el siglo XIX y con los movimientos de corte nacionalista en toda Europa, Noruega experimenta con su lengua y, al igual que en otros países, se van sucediendo propuestas de estandarización lingüística y simplificación ortográfica a través de varias reformas oficiales. Paralelamente, alguna de estas iniciativas propone una nueva lengua escrita, que se aleje de la forma danesa, llamada 'landsmal', auspiciada por el filólogo y lexicógrafo Ivar Aasen y que provenía de la lengua mayoritariamente hablada en el país en todas sus zonas no urbanas. Su traducción sería 'lengua del país' aunque también tenía la acepción de 'lengua rural', en contraposición a la lengua escrita de origen danés, presente sobre todo en el medio urbano.
Tras el final de la dominación danesa y la separación de Suecia en 1905, ambas lenguas se siguieron desarrollando en Noruega y fueron aceptadas en sus respectivos formatos, hablado y escrito. En torno a 1930 el lenguaje escrito pasó a llamarse 'bokmal' o 'lengua del libro' y el 'landsmal' pasó a llamarse nynorsk o 'nuevo noruego'.
El Consejo del Idioma Noruego (Språkradet) es el órgano consultivo del gobierno noruego en asuntos relacionados al idioma del país. Ayuda a proteger el patrimonio cultural y promueve la tolerancia y el respeto mutuo entre los hablantes de las diferentes variedades de noruego y protege los derechos de cada ciudadano con respecto a la utilización de la lengua. En virtud de esta situación, hoy en día los noruegos son educados en ambas formas de la lengua, aunque ambas proceden de dos ámbitos completamente diferentes. El 'bokmal' se usa de manera preferentemente escrita, mientras que la mayoría de los dialectos y formas habladas de la extensa Noruega son de origen 'nynorsk', como una herencia tradicional del purismo lingüístico novecentista.
En cuanto a Jon Fosse –es el cuarto noruego en lograr el galardón en la categoría de Literatura tras Bjornstjerne Bjornson, Knut Hamsun y Sigrid Unset– y a su obra, sin entrar a analizar la ingente producción literaria del autor –es el dramaturgo más representado en toda Europa–, él mismo ha apuntado que este premio es en parte 'un premio al nynorsk', una lengua con entidad propia, si cabe, y, según los estudiosos, con más visos de responder al carácter intrínsecamente noruego que la lengua escrita de tradición oficialista.
Un trabajo de recuperación y puesta en valor de lo popular en la formación del acervo cultural de un pueblo, sin que ello suponga banalización o infravaloración de lo rural frente a lo culto. Podría afirmarse que se trata del triunfo de la literatura limpia y simple, al servicio de las emociones, de los universales humanos, de los lazos comunes entre personas.
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