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En fechas en las que tantos estudiantes están haciendo sus exámenes, una afirmación como la que da título a este artículo puede parecer una provocación. Pero no, no se refiere a los estudiantes, los cuales saben, o deben saber, que solo el esfuerzo y el ... trabajo garantiza su actual aprobado y que él, y solo él, será la base para su éxito futuro.
La afirmación anterior está tomada de una conferencia recientemente pronunciada en el Ateneo santanderino por el cántabro José Antonio Garrido, organizada por la Asociación Foramontanos Siglo XXI, en la que el conferenciante decía que «copiar no era malo», lógicamente si lo que se copiaba no servía para engañar a los demás vendiéndolo como si fuera original y propio. Copiar, por lo tanto, sí, pero copiar de forma positiva y siempre que sea de interés general. Y es que seguro que hay muchas regiones o lugares concretos semejantes a nuestra comunidad autónoma o a cualquiera de nuestros pueblos o ciudades que habiendo tenido problemas análogos a los que nosotros tenemos los han resuelto favorablemente y cuyas soluciones dadas a los mismos podemos nosotros ahora copiar.
Muchas son las áreas en las que podríamos fijarnos a la hora de hacer un plan general de actuaciones futuras para el desarrollo de Cantabria, desde el turismo que nos interesa y que por ello debemos potenciar y tratar de atraer, hasta la industria que debiéramos impulsar y fomentar, pasando por la agricultura y ganadería que debiéramos proteger y desarrollar, sin olvidar, claro es, el desarrollo urbanístico de nuestros pueblos y ciudades, así como las comunicaciones, físicas y tecnológicas, que una sociedad moderna y desarrollada precisa. De todo ello seguro que hay proyectos de éxito en nuestro país y fuera de él que ya han experimentado con anterioridad y que con las adaptaciones precisas pudieran ser interesantes para nuestra comunidad.
Sin embargo, copiar no significa fotografiar exactamente lo hecho en otros lugares y menos aún tomar como referente ciudades o pueblos que nada tengan que ver con los nuestros, sino realizar un programa serio y riguroso a largo plazo que en base a lo observado como positivo y deseable para nuestra tierra nos permita, con las correcciones que sean aconsejables, poner en práctica el mismo en el nivel local comarcal o regional que corresponda. Ello exige la participación de toda la sociedad, desde sus representantes políticos, con el Gobierno regional a la cabeza y los respectivos ayuntamientos como entidades más próximas al ciudadano y por tanto a sus intereses, pasando por los empresarios y representantes de los trabajadores, sin olvidar las entidades culturales, económicas, científicas, universitarias y la sociedad civil en general, como representantes que son de múltiples intereses y proyectos de los ciudadanos, lo que aconseja, por imprescindibles, la directa e intensa participación de los medios de comunicación, que permitan llevar hasta el último rincón de nuestra sociedad la adecuada información y crear el estado de ánimo preciso para que todo el que crea puede aportar algo pueda hacerlo y no se limite simplemente a observar, cuando no a criticar, lo hecho por los demás.
Un programa como el indicado es, por ello, todo menos improvisación y precisa, por tanto, de un fuerte liderazgo capaz de fijar objetivos para un horizonte largo de tiempo, equipos preparados y con experiencia capaces de analizar lo hecho en otras partes y adaptarlo a nuestras necesidades y realidad, sin por ello dejar a un lado propuestas o proyectos propios que una vez analizados y debatidos pueda ser conveniente desarrollarlos por nosotros mismos. Un programa que huya del cortoplacismo que los tiempos electorales marcan habitualmente los proyectos políticos, pues todo aquello que no se pueda hacer en los cuatro años del tiempo habitual de una legislatura carece de interés para los políticos y, en muchos casos también, hasta para sus votantes pues somos los primeros en decirles, cuando aquellos plantean alternativas a muy largo plazo, eso de: cuán largo me lo fiáis.
Cantabria, afortunadamente, cuenta con muchas personas de muy variadas experiencias capaces de contribuir con sus conocimientos y relaciones a la hora de elaborar un programa como el indicado y de conformar los equipos que su posterior análisis y seguimiento exige para la correcta aplicación y adaptación del mismo a nuestra concreta realidad. Ello permitiría aprovechar la experiencia que muchos de nuestros mejores profesionales, mujeres y hombres de diversas especialidades y vivencias, han acumulado a lo largo de su vida y en contacto con la realidad de las empresas, la universidad, la ciencia, la política y la sociedad en general. Es seguro que la mayoría de ellos, por no decir todos, si se les pide, estarían encantados de contribuir con su trabajo y colaboración al desarrollo y potenciación de su tierra de nacimiento o adopción.
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