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En un reciente artículo publicado en este mismo periódico hacía referencia, o más bien exponía la queja, de que Santander iba a ser la única ... capital de provincia del norte de España que no iba a tener una conexión directa por AVE con el resto de la red de alta velocidad, lo cual perjudicará notablemente el desarrollo tanto de nuestra ciudad como de toda la Comunidad Autónoma del que la misma es su capital.
Pero si muy grave es para nuestro futuro esta incomprensible decisión adoptada por los sucesivos Gobiernos de España contra una sola de las grandes ciudades del norte peninsular, no menos grave es para el futuro de todo el frente cantábrico el hecho de que el mismo no pueda contar con una infraestructura, fundamental, creo yo, para el desarrollo armónico del mismo, cuál es una línea de ferrocarril de ancho europeo y alta velocidad a lo largo de toda la costa cantábrica.
Es normal que cuando pretendemos resolver las carencias de una determinada área geográfica agrupemos el conjunto de acciones a realizar en lo que por simplificación acabamos titulándolo con un nombre concreto, como sería, en el caso que nos ocupa, 'Corredor cantábrico', una línea ferroviaria de las características anteriormente indicadas que desde La Coruña recorriese todo el norte peninsular, a nivel de costa, intercomunicando las Comunidades Autónomas de Galicia, Asturias, Cantabria y Pais Vasco, para a través de éste, salir al resto de Europa, de análoga forma a la que está construyendose en el litoral Mediterraneo.
Desgraciadamente no parece que esa sea la idea del Gobierno de España y, lo que es más grave, tampoco parece importar demasiado a las autoridades autonómicas ni a los ciudadanos que en tales regiones vivimos, incluidas las entidades sociales, sindicales o empresariales que nos representan, dado lo poco que hacemos por reivindicar una infraestructura que, como la indicada, es básica para nuestro futuro desarrollo, mucho más cuando vemos como las dos comunidades a nuestro oeste se conforman con un seudocorredor atlantico por el interior de la península, lo que hará que nuestra costa cantabrica quede carente de las posibilidades futuras que la costa mediterránea si va a tener.
Para revertir esta situación se necesitaría una acción coordinada y enérgica de los representantes sociales, políticos, sindicales y empresariales de todo el amplio espacio físico que tal infraestructura abarca, tal y como recientemente han hecho las fuerzas sociales del corredor mediterraneo, pero claro, si los políticos de una determinada provincia no son capaces de unirse, prescindiendo de las siglas del partido político al que pertenecen, para reivindicar, con independencia de cuál de ellos esté en ese momento en el Gobierno de la nación, un número limitado de acciones a realizar en la demarcación política por la que fueron elegidos, ¿cómo van a unirse para hacer tal reivindicación para un proyecto que sobrepase su propia demarcación?
Y es que si por un momento imaginamos, aunque ya se que es mucho imaginar, que todos los diputados del PP y del PSOE se presentasen a las elecciones diciendo que ellos, con independencia de quien posteriormente gobierne, se comprometen a apoyar como un solo bloque este proyecto, por ser fundamental para toda la zona cantábrica y por ser independiente de la ideología política a la que cada uno representa, tal proyecto sería, sin lugar a dudas, tomado en consideración por el resto de representantes sociales de todo tipo y, por supuesto, por el correspondiente gobierno que saliese de esas elecciones.
Llegado a este punto es lógico que quien hasta aquí haya leído, diga: pero bueno, ¿acaso no conoce el autor el funcionamiento de los partidos políticos como para hacer tan descabellada propuesta? Y sí, ya sé, por mi experiencia política, que tal propuesta puede parecer descabellada, pues la misma, en el momento que se salga de lo decidido por los correspondientes dirigentes nacionales, es seguro que éstos no solo no la tomarán en consideración sino que eliminarán de la escena política a sus proponentes por el simple procedimiento de no incluirles en las listas electorales y si hubiesen entrado ya en las mismas y luego hacen una cantada como la expuesta pues les expulsan para las siguientes y a correr. Y sin embargo algo tendremos que hacer los ciudadanos de esta parte de España si no queremos que el frente cantábrico –a excepción del País Vasco, que éste si va a quedar, sin rodeos ni travesias por el interior peninsular, unido directamente con Europa– quede como gran reserva verde para solaz de quienes tengan que emigrar, por falta de trabajo, de tan encantador paraje y regresen a él a pasar sus vacaciones o una vez jubilados.
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Ana del Castillo
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