Secciones
Servicios
Destacamos
A lo largo de la historia muchas han sido las ocasiones en las que el populismo, de izquierdas y de derechas, ha hecho acto de presencia en múltiples naciones, arruinando sus economías y arrebatándoles sus libertades después de presentarse sus promotores como salvadores de unas ... y otras pues, quienes con generosas promesas y continuos engaños ofrecían el paraíso, al final demostraron, una y otra vez, que solo les interesaba el poder para ejercerlo sin limitación alguna.
Simplemente con echar la vista atrás es fácil comprobar cómo los populismos de uno y otro signo acabaron llevando a los pueblos donde triunfaron a su decadencia, cuando no a su ruina total, tal y como ocurrió con la Alemania de Hitler o la Italia de Mussolini, por citar dos países occidentales cuyas políticas acabaron en una terrible guerra mundial. En el otro extremo ideológico hoy podemos comprobar cómo la Cuba de los hermanos Castro o la Venezuela de Nicolás Maduro tienen a sus pueblos bajo una dictadura total y, por supuesto, en una extrema pobreza.
Y sin embargo, a pesar de los ejemplos anteriores, son muchos los que defienden políticas similares a las practicadas en países como los citados sin querer aprender de la historia, en los casos del pasado, o de la situación actual, en el caso en los que aún perduran los regímenes populistas en ellos implantados hace muchos años. A tal efecto yo recuerdo que cuando visité Cuba, hará unos siete u ocho años, –por cierto, un país extraordinario y con una gente maravillosa– pregunté al director del hotel donde nos hospedamos en La Habana cuánto ganaba un empleado del mismo. Al decirme que unos 30 euros le contesté que suponía que sería al día, a lo que me respondió que no, que ese era su sueldo mensual. Bueno, pues ese es el modelo que algunos pretenden para nuestro país.
Otra experiencia, esta vez, afortunadamente, no materializada, la pude haber tenido cuando el 23 de febrero de 1981, en el silencio del Congreso de los Diputados bajo las pistolas de Tejero, al pensar en mi futuro si aquella intentona golpista terminaba con la democracia recientemente instaurada en nuestro país, pensé que un buen lugar para exiliarme podría ser Venezuela, ya que ahí estaban residiendo dos amigos que me habían hablado de la magnífica situación económica y social del mismo. El populismo instaurado por Chaves, y proseguido con ejemplar dedicación por Maduro, no ofrece duda de los resultados obtenidos con su aplicación.
Creo, por ello, que una buena solución sería que a muchos de los que de buena fe defienden tales modelos se les pagase un viaje a tales países y comprobasen por sí mismos las bondades de las políticas en ellos aplicadas, pues es muy posible que a la vista de la realidad percibida cambiasen totalmente de ideas, salvo, claro es, que fuesen de los que aspirasen a estar en la cúpula del poder gozando de sus ventajas y múltiples beneficios de los que sus líderes disfrutan.
En el otro extremo, acabamos de ver los resultados electorales en Francia y con anterioridad en Italia, en los que el populismo de extrema derecha ha obtenido unos resultados extraordinarios y aunque al llegar al poder, al menos en Italia, parecen haberse moderado un tanto, no deja de ser un toque de atención en el que debiéramos fijarnos los demás si no queremos caer en ellos. Y es que si miramos un poco más allá, Argentina por ejemplo con Milei, o los Estados Unidos con el posible regreso de Trump, podemos observar cómo el populismo se está abriendo paso a marchas forzadas.
Es normal que los españoles pensemos que lo que ocurre en otros países en nada nos afecta a nosotros. Y sin embargo muchos de los síntomas que ellos tuvieron, y a los que no prestaron atención, los tenemos nosotros ahora. Y es que el extremismo en la política nacional alentada desde el propio Gobierno, la falta de diálogo con el principal partido de la oposición, la influencia en la gobernación del Estado de los partidos independentistas que pretenden precisamente su destrucción, y la politización hasta extremos inimaginables de órganos cuya neutralidad debieran ser ejemplares, tales como el Tribunal Constitucional, la Fiscalía General del Estado, el CIS, RTVE, etc, están conduciendo a nuestra nación a una situación en la que el populismo de uno y otro signo tiene una base sólida en la que asentarse.
A la vista de lo anterior bueno sería que los dos principales partidos de nuestro país, Partido Popular y Partido Socialista, sin más pérdida de tiempo, se pusieran de acuerdo de una vez por todas y, volviendo al espíritu de la transición, dejaran de crear muros entre unos y otros para, centrándose en los problemas de España, resolver las necesidades de los españoles, de todos los españoles, y no solo de los de su parroquia.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.