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Es muy normal encontrar en muchos lugares a los que vamos diariamente a un personaje que, por verle habitualmente, nos parece lógica su presencia, sin ... darnos cuenta del papel tan importante que en tales lugares representa. Me refiero a los profesionales de la seguridad privada, esos que algunos llaman coloquial, y espero que cariñosamente, 'seguratas'.
Y es que el papel que éstos profesionales representan puede pasar para muchos desapercibido, pero su trabajo supone un pilar importante en el conjunto de la seguridad ciudadana y un elemento no menor dentro de los distintos elementos que constituyen la estructura de dicha seguridad, pues los mismos son un apoyo muy importante para las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado encargados de nuestra seguridad.
La presencia de tales profesionales, desde un centro comercial a una gran empresa, pasando por los accesos a muchos centros oficiales –donde, por cierto, en muchas ocasiones se les utiliza para funciones de información a los ciudadanos, entre otras sobre cómo obtener la preceptiva cita previa para acceso a los mismos, que en buena lógica no debiera corresponderles– se ha hecho tan normal que su ausencia seguro nos sorprendería e, incluso, en algún momento llamaría nuestra atención.
Por mi actividad política durante un periodo de mi vida profesional tuve la oportunidad de conocer y valorar el trabajo de tales profesionales y, por ello, cuando veo a uno de ellos siempre me alegra, pues a la seguridad que representan por sí mismos se suma el apoyo que prestan, si fuere necesario, a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, estén las mismas presentes en la cercanía de su puesto de trabajo o poniéndose en contacto con ellas cuando consideran necesario su concurso.
Hasta ahora he expuesto el papel de tales profesionales en lo que podríamos llamar seguridad colectiva, esa que va desde el control de un polígono industrial en los que se aseguran de los movimientos e intenciones de los que por ellos se mueven hasta los que controlan un conjunto urbano, pasando, como decíamos anteriormente, por aquellos que se encargan de la seguridad de grandes centros comerciales y de edificios empresariales y hasta centros públicos.
A lo anterior debemos sumar el importante papel que tales profesionales juegan en la seguridad de muchas personas que por su relevancia precisan de una protección especial.
Esta actividad fue importante, fundamental, más bien, durante la larga etapa en la que nuestro país sufrió el ataque inmisericorde de la banda terrorista de ETA, tiempo en el que muchos de estos profesionales representaron, junto con la Policía Nacional y con la Guardia Civil, un importante papel en la protección de muchos políticos de todos los niveles, desde concejales de pueblo a diputados nacionales, pasando por empresarios y miembros de la sociedad civil que por su militancia política o social fueron durante muchos años objetivos preferentes de la citada banda terrorista.
Desgraciadamente, es posible que muchos de ellos, una vez que la actividad terrorista de ETA entró en un nivel de lo que podríamos decir «parada técnica» –pues nadie nos asegura que en un momento determinado no puedan volver a las andadas– se encuentren en una situación profesional en la que no se les reconozca el importante, y muy peligroso, papel que desempeñaron para la protección de tantas personas para las que trabajaron y a las que dieron, tanto a ellas como a sus familias, no solo seguridad sino también tranquilidad.
Por todo ello creo que es vital que las empresas que tienen a estos profesionales como integrantes de sus plantillas, al igual que todas aquellas instituciones que cuentan con sus servicios, y , por supuesto, el conjunto de los ciudadanos, valoremos su trabajo en todo lo que supone, se les facilite la formación continua que precisan para su desempeño y, por descontado, se les preste por parte de las administraciones, principalmente de las fuerzas y cuerpos de seguridad, sean éstas del Gobierno central o de las policías autonómicas y municipales, el apoyo que en el desarrollo de su función precisan, pues, al fin y al cabo, de la colaboración y apoyo de unos y otros, cada uno dentro de la esfera de competencias a ellos asignadas, solo beneficios se derivan para los ciudadanos.
Sirvan, por esta razón, éstas sencillas líneas como homenaje y reconocimiento al trabajo de los muchos profesionales de la seguridad privada que a lo largo y ancho de España desempeñan su importante, y no siempre fácil, actividad, contribuyendo con su diaria y callada labor a garantizar la seguridad y tranquilidad de todos nosotros.
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