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El esquí es una fuente inagotable de pasión existencial, amor a lo creado y cercanía a Dios. En solitario, o con amigos y compañeros militares, escalar cimas y esquiarlas funde el esfuerzo físico y la técnica invernal con el romántico misticismo de las cumbres. Las ... sensaciones y vivencias después de la conquista al ocaso de una montaña, y deslizarse después sobre la nieve bajo la mágica luz de la luna llena, son tan intensas y bellas que subliman cualquier espíritu humanista al Creador. Y los recuerdos y anécdotas tras unos días de esquí alpino en familia, enseñando a controlar las tablas a los más pequeños o recorriendo las pistas con los expertos, forjan memorias que dibujan una sonrisa de serena felicidad en las tertulias junto al fuego de la chimenea.
Sí, en solitario, con el silencio que todo lo envuelve, o mejor todavía, con amigos, porque el esquí y el alpinismo son deportes de riesgo, ascender picos y luego esquiarlos, con la prudencia de conocer el terreno, las zonas con riesgo de avalanchas, los puntos de hielo, y las condiciones meteorológicas con la amenaza de galernas por la cercanía al Cantábrico, al igual que aprovechar los remontes para las balizadas pistas, es sinónimo de alegría, paz y diálogo contemplativo con lo creado y el Creador.
Cantabria posee una estación de esquí a la que no se debe exigir más de lo que puede dar: Alto Campoo. Con sus reducidas dimensiones, dificultad media, remontes adecuados, útiles cañones y prestaciones asistenciales correctas –salvo los bloqueos automovilísticos durante las festividades por la proximidad de Valladolid, Palencia, Burgos y las Vascongadas– satisface al esquiador que no demande allende de lo que es capaz de conceder una estación invernal proporcional a la importancia de la autonomía de Cantabria.
Brañavieja es una estación pequeña, práctica, divertida, con un trato profesional y amable de los trabajadores; recorridos, remontes e instalaciones muy mejorados esta última década; atento personal del hotel y de las cafeterías; salvo fechas señaladas, fácil de acceder por carretera; pero que, a la vez, padece la falta de altitud y la humedad marina como enemigos, junto con la maldición del Flavonio latino, el viento Sur. Asimismo, su enclave es grandioso, un escalón geológico que se despeña, como el Nansa, desde la cúspide del Tres Mares hasta el Atlántico. Cercanía geográfica y visual al Cantábrico que los días claros del Nordeste permite distinguir los grandes buques navegando sobre el mar, privilegio de pocas estaciones de esquí del planeta, y que otorga estremecedoras puestas de sol sobre Picos, Polaciones y Liébana desde las cúspides del Tres Mares o Vaca Rabona (Cornón) hasta el collado de la Fuente del Chivo.
Cantabria es afortunada por su estación de esquí de Alto Campoo. Pero esta temporada la ausencia de nieve y las cálidas temperaturas están provocando su falta de rendimiento de capital. Y más que por el esquí le preocupa y duele al autor de estas líneas el cierre por los perjuicios económicos y laborales que causa a la comarca campurriana como, con su calidad de siempre, hace unos días escribió el periodista José Ahumada en estas páginas de El Diario Montañés. Porque Alto Campoo es mucho más que una estación de esquí de explotación pública: es el motor mercantil de una zona de la Cantabria despoblada que requiere el impulso de su apertura turística para sobrevivir.
Sus pueblos y familias reciben la visita de esquiadores como apoyo económico de sus dedicaciones ganaderas, forestales y agrícolas. Y los hosteleros, fabricantes de miel, productos lácteos, empleados en pistas, mantenimiento, talleres y oficinas, los alquileres de material, los empresarios y comerciantes con mayor o menor volumen de negocios con Alto Campoo, precisan que Brañavieja opere como centro de esquí. Es un activo financiero y social clave del ayuntamiento de Espinilla, Reinosa y Cantabria, lo que implica que los políticos e instituciones sigan cooperando e invirtiendo para lograr la más moderna y rentable estación de esquí, cuando las condiciones climáticas lo permiten.
El valle de Campoo es señorial y recio cruce de sabiduría castellana y montañesa, valle glaciar enmarcado por altivas montañas, paseos entre hayas, robles y algún tejo, calles, iglesias y fuentes con casonas de arquitectura castellana-montañesa de sillería, una gastronomía deliciosa y típica, gentes laboriosas y hospitalarias y, además de lo citado, tiene otros atractivos artísticos e históricos como el Castillo de Argüeso, la iglesia románica de Villacantid, o el nacimiento del Ebro en Fontibre. Estos motivos naturales y culturales, complementados por el turismo invernal de Brañavieja, sostienen el progreso de la Hermandad de Campoo de Suso y de Cantabria. Por el bien de todos, en especial de sus pueblos y trabajadores, y aunque los pronósticos por ahora no son favorables, ¡ojalá nieve pronto en Alto Campoo!
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