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El esquí es una fuente inagotable de pasión existencial, amor a lo creado y cercanía a Dios. En solitario, o con amigos y compañeros militares, escalar cimas y esquiarlas funde el esfuerzo físico y la técnica invernal con el romántico misticismo de las cumbres. Las ... sensaciones y vivencias después de la conquista al ocaso de una montaña, y deslizarse después sobre la nieve bajo la mágica luz de la luna llena, son tan intensas y bellas que subliman cualquier espíritu humanista al Creador. Y los recuerdos y anécdotas tras unos días de esquí alpino en familia, enseñando a controlar las tablas a los más pequeños o recorriendo las pistas con los expertos, forjan memorias que dibujan una sonrisa de serena felicidad en las tertulias junto al fuego de la chimenea.

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